sábado, 26 de septiembre de 2009

Remedios preciosos contra las artimañas del diablo

Cuando el pecado no parece ser peligroso

Capítulo V


Otra táctica del diablo es la de decirle al creyente que puede acercarse al pecado sin caer en él. Le insistirá al creyente que puede acercarse a gente con vidas pecaminosas o que puede estar en lugares donde se cometen actos de pecado, sin que le suceda nada. Le dirá que puede estar conviviendo con los borrachos sin emborracharse, que puede tener compañía con la gente inmoral sin participar de sus inmoralidades. Dirá que puede acercarse a la puerta de la prostituta siempre y cuando no suba a su cama, que puede mirar la belleza de Jezabel pero no cometer pecado con ella, que puede poner sus manos en el lingote de oro de Acán siempre y cuando no lo robe. En otras palabras, que uno puede acercarse al pecado sin ser afectado por ello. No obstante, con frecuencia sucede que el acercarse al pecado conduce de inmediato a pecar.


La Biblia advierte a los creyentes respecto a los lugares y las personas que les animan a pecar. 1 Ts 5:22 les manda a apartarse de toda clase de mal. Proverbios 4:14-15 dice: “No entres por la vereda de los impíos, no vayas por el camino de los malos. Déjala, no pases por ella; apártate de ella, pasa” Hay que evitar todo aquello que no es bueno, saludable y santo. No hagas nada que parezca malo o que tenga apariencia de pecado. Si uno no quiere ser quemado, deberá apartarse del fuego. Si uno no quiere pecar, deberá alejarse de cualquier cosa que le conduciría a pecar; si no lo hace, no podrá tener victoria sobre el pecado.


La Biblia no habla de que aquellos que fueron victoriosos sobre el pecado. Se alejaron de todo lo que les podía conducir a pecar, aunque solo fuera una apariencia. El diablo considera como media victoria, como casi un conquista, el hecho de que uno no se aparte de aquello que le puede conducir a pecar. El caso de José, es una ilustración de uno que se alejó de la tentación del pecado. Aunque la esposa de Potifar le provocaba a cometer el adulterio, José no le escuchaba, ni aceptaba estar en la presencia de ella (Gn 39:10) Si usted quiere gozar de las bendiciones de Dios, usted tiene que alejarse de todo aquello que le conduce a pecar.


El hecho de evitar la apariencia del pecado es una evidencia de la gracia de Dios que le eleva a uno por encima de los hombres que pertenecen al mundo. De esta manera Abraham vivió una vida piadosa en medio de un pueblo inmundo. Daniel permaneció fiel en un país donde se adoraba a dioses falsos. Timoteo vivió una vida controlada por el Espíritu de Dios en medio de un pueblo pagano en Efeso. Los creyentes no deben escuchar al diablo cuando este les dice que pueden acercarse al pecado sin pecar. La enseñanza de la Biblia es clara al respecto, apártese de cualquier cosa que le conduzca a pecar.

Otra artimaña usada por Satanás para conducir a los creyentes al pecado es decirles que los no arrepentidos gozan de una placentera y sin problemas. “Mira esas gentes como siguen pecando y están felices, llenas de buenas cosas. No tienen preocupaciones. Únete a ellos y te vas a divertir” Algunas veces Dios bendice en esta vida a los mismos que están destinados a la condenación. La manera en que Dios trata con una persona en esta vida no siempre indica lo que Dios piensa acerca de esa persona. En la misma manera Dios a veces envía cosas difíciles a las personas que son objeto de su amor. El sol brilla sobre los espinos y sobre los árboles frutales. La buena dádiva de Dios es otorgada a los buenos y a los malos. Tanto los buenos como los malos gozan de buena salud, reciben riqueza y abundancia; asimismo, sufren indistintamente pérdidas y enfermedades.


El primer remedio contra esta táctica es acordarnos de que Dios está en contra de los que usan sus bendiciones como un pretexto para pecar. El enojo de Dios es muy fuerte contra los que abusan de su bondad de esta manera. Los creyentes nunca deben pensar que la ternura de Dios les da libertad para pecar; por el contrario, su benignidad debería conducirles al arrepentimiento.


Segundo, no hay miseria más grande en esta vida que la ausencia de la corrección y la disciplina de Dios. Aquellos cuyas vidas adolecen de estar marcas deben preocuparse. Si Dios nunca les ha enviado problemas, si sus vidas siempre han sido felices, entonces están en el peor estado posible. Cuando Dios no corrige y prueba a una persona, esa persona está perdida. Los incrédulos pueden sentirse felices porque Dios no les corrige, pero su sentimiento de seguridad es falso. Muy lejos de indicar que todo está bien con ellos, indica lo contrario, que todo está mal. La prosperidad ha sido una piedra en la cual han tropezado millones; tropezaron, cayeron y fracturaron la cerviz de su alma para siempre.


Tercero, es cierto que los pecadores gozan de buenas cosas en esta vida, pero sus “bendiciones” son nada comparado con lo que no tienen. Los pecadores pueden gozar de dinero, poder, amigos, salud, felicidad; pero no conocen a Dios, ni a Cristo, ni al Espíritu de Dios. No tiene la paz con Dios, ni el perdón de sus pecados. No son hijos de Dios y no son libres del poder dominante del pecado. No son objeto de la gracia de Dios y tampoco tienen la esperanza de ir nunca al cielo. ¿De qué sirven todas las bendiciones temporales de esta vida si uno no tiene el amor de Dios, el perdón de sus pecados, la presencia de Cristo y la esperanza de gloria?


Cuarto, las cosas buenas de esta vida no son siempre lo que aparentan ser. Las cosas “buenas” siempre están mezcladas con cosas malas. El poder y el dinero traen temores, preocupaciones y no tan solo la felicidad. El Salmo 92:7 dice que los impíos brotan como la hierba, que florecen lo que hacen la iniquidad, pero que serán destruidos eternamente. Frecuentemente Dios castigará con juicios espirituales a las mismas personas que sufren menos castigo en esta vida. Por juicios espirituales quiero decir que no están dispuestos a arrepentirse, que no se preocupan por sus almas, que sus conciencias están cauterizadas, sus corazones endurecidos, están ciegos en cuanto a la verdad acerca de Dios. Juicios semejantes a estos son peores que todos los sufrimientos y tristezas de esta vida terrenal.


Quinto, algún día los hombres darán cuenta de todas las bendiciones que recibieron durante su vida terrenal. “Porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará (Lc 12:48) ¿Qué dirán estas personas por tantas bendiciones que Dios les había otorgado? Dios es paciente ahora, pero su paciencia y su bondad deberían guiarnos al arrepentimiento, de otro modo, su bondad se convierte en un motivo de mayor juicio.


Thomas Brooks

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