El libro de Abdías se dirige principalmente a Edom, una nación vecina de Israel y descendiente de Esaú, el hermano de Jacob. A lo largo de la historia bíblica, Edom mantuvo una relación hostil con Israel. Aunque eran parientes, Edom mostró enemistad constante hacia Judá, incluso aliándose con enemigos para atacarlo.
El profeta Abdías entrega una visión de Dios respecto a Edom, condenando su orgullo, su violencia contra su “hermano Jacob” y su aparente alegría cuando Jerusalén fue saqueada. Sin embargo, el mensaje no se limita a Edom, sino que se amplía a todas las naciones, y concluye con una gloriosa promesa de restauración para el pueblo de Dios.
I. El orgullo precede a la caída
“La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada, que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra?” Abdías 1:3
Edom se enorgullecía de su ubicación geográfica (regiones montañosas y fortalezas naturales), creyendo que nadie podía tocarlo. Este tipo de orgullo es espiritual: una confianza exagerada en uno mismo, que ciega el corazón a la necesidad de Dios. Hoy, muchos confían en sus logros, poder, conocimiento o posición, pensando que eso los hace invulnerables.
Este versículo nos llama a examinar nuestro corazón. El orgullo es engañoso. Nos hace creer que somos autosuficientes, pero la verdad es que dependemos de Dios para todo. ¿Dónde estás poniendo tu confianza?
II. Dios juzga la injusticia y la traición
“No debiste alegrarte del día de tu hermano, del día de su infortunio... ni echar mano a sus bienes en el día de su calamidad.” Abdías 1:12-13
Edom no solo se mantuvo indiferente ante la caída de Jerusalén, sino que se alegró del sufrimiento de Judá, colaboró con sus enemigos y aprovechó para saquear. Este tipo de traición no pasa desapercibido ante Dios. Él ve cómo tratamos a los demás, especialmente a nuestros hermanos.
Este pasaje nos recuerda que la justicia de Dios es perfecta, y Él defenderá a su pueblo. No debemos vengarnos ni aprovechar el dolor ajeno para beneficio personal.
¿Cuántas veces, tal vez en silencio, nos alegramos del tropiezo de otro? ¿Cuántas veces hemos sido espectadores pasivos del sufrimiento ajeno o incluso partícipes en la injusticia?
III. El juicio viene sobre todas las naciones
“Porque cercano está el día de Jehová sobre todas las naciones; como tú hiciste, se hará contigo; tu recompensa volverá sobre tu cabeza.” Abdías 1:15
Aquí el enfoque se amplía: el Día del Señor viene para todas las naciones. No solo Edom será juzgada, sino que toda nación (y persona) que se haya opuesto a Dios y a su pueblo, enfrentará su justicia.
Vivimos en un mundo donde la maldad parece prosperar, donde los poderosos oprimen, y los justos (en Cristo) sufren. Pero este versículo es un recordatorio solemne: Dios no se ha olvidado. Él es paciente, pero su juicio es seguro.
También nos muestra que las acciones tienen consecuencias. “Como tú hiciste, se hará contigo” nos habla de una ley moral que Dios administra con perfección.
IV. Dios restaura a su pueblo
“Mas en el monte de Sion habrá un remanente que se salve, y será santo; y la casa de Jacob recuperará sus posesiones.”
Abdías 1:17
A pesar del juicio, el libro de Abdías termina con esperanza. Dios promete que restaurará a su pueblo, que habrá un remanente fiel, y que Él reinará desde Sion.
Esto apunta hacia la restauración final en Cristo, quien establecerá su reino de justicia y paz. Para los creyentes, esto es motivo de esperanza. El sufrimiento, la persecución y la injusticia no tendrán la última palabra. Dios sí la tendrá.
También nos recuerda que Dios no solo juzga, sino que redime. El mismo Dios que derriba al orgulloso, levanta al humilde.
Aplicación
El profeta Abdías entrega una visión de Dios respecto a Edom, condenando su orgullo, su violencia contra su “hermano Jacob” y su aparente alegría cuando Jerusalén fue saqueada. Sin embargo, el mensaje no se limita a Edom, sino que se amplía a todas las naciones, y concluye con una gloriosa promesa de restauración para el pueblo de Dios.
I. El orgullo precede a la caída
“La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada, que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra?” Abdías 1:3
Edom se enorgullecía de su ubicación geográfica (regiones montañosas y fortalezas naturales), creyendo que nadie podía tocarlo. Este tipo de orgullo es espiritual: una confianza exagerada en uno mismo, que ciega el corazón a la necesidad de Dios. Hoy, muchos confían en sus logros, poder, conocimiento o posición, pensando que eso los hace invulnerables.
Este versículo nos llama a examinar nuestro corazón. El orgullo es engañoso. Nos hace creer que somos autosuficientes, pero la verdad es que dependemos de Dios para todo. ¿Dónde estás poniendo tu confianza?
II. Dios juzga la injusticia y la traición
“No debiste alegrarte del día de tu hermano, del día de su infortunio... ni echar mano a sus bienes en el día de su calamidad.” Abdías 1:12-13
Edom no solo se mantuvo indiferente ante la caída de Jerusalén, sino que se alegró del sufrimiento de Judá, colaboró con sus enemigos y aprovechó para saquear. Este tipo de traición no pasa desapercibido ante Dios. Él ve cómo tratamos a los demás, especialmente a nuestros hermanos.
Este pasaje nos recuerda que la justicia de Dios es perfecta, y Él defenderá a su pueblo. No debemos vengarnos ni aprovechar el dolor ajeno para beneficio personal.
¿Cuántas veces, tal vez en silencio, nos alegramos del tropiezo de otro? ¿Cuántas veces hemos sido espectadores pasivos del sufrimiento ajeno o incluso partícipes en la injusticia?
III. El juicio viene sobre todas las naciones
“Porque cercano está el día de Jehová sobre todas las naciones; como tú hiciste, se hará contigo; tu recompensa volverá sobre tu cabeza.” Abdías 1:15
Aquí el enfoque se amplía: el Día del Señor viene para todas las naciones. No solo Edom será juzgada, sino que toda nación (y persona) que se haya opuesto a Dios y a su pueblo, enfrentará su justicia.
Vivimos en un mundo donde la maldad parece prosperar, donde los poderosos oprimen, y los justos (en Cristo) sufren. Pero este versículo es un recordatorio solemne: Dios no se ha olvidado. Él es paciente, pero su juicio es seguro.
También nos muestra que las acciones tienen consecuencias. “Como tú hiciste, se hará contigo” nos habla de una ley moral que Dios administra con perfección.
IV. Dios restaura a su pueblo
“Mas en el monte de Sion habrá un remanente que se salve, y será santo; y la casa de Jacob recuperará sus posesiones.”
Abdías 1:17
A pesar del juicio, el libro de Abdías termina con esperanza. Dios promete que restaurará a su pueblo, que habrá un remanente fiel, y que Él reinará desde Sion.
Esto apunta hacia la restauración final en Cristo, quien establecerá su reino de justicia y paz. Para los creyentes, esto es motivo de esperanza. El sufrimiento, la persecución y la injusticia no tendrán la última palabra. Dios sí la tendrá.
También nos recuerda que Dios no solo juzga, sino que redime. El mismo Dios que derriba al orgulloso, levanta al humilde.
Aplicación
“Y el reino será de Jehová.” Abdías 1:21
Todo el mensaje del libro de Abdías se resume en esta declaración final: Dios reina. Aunque las naciones se levanten, aunque los poderosos se engrandezcan, al final, el Reino le pertenece al Señor.
Esta es la mayor esperanza del cristiano. En un mundo de injusticia, corrupción y maldad, podemos vivir con confianza: nuestro Dios es Rey, y Él gobierna con justicia.
Todo el mensaje del libro de Abdías se resume en esta declaración final: Dios reina. Aunque las naciones se levanten, aunque los poderosos se engrandezcan, al final, el Reino le pertenece al Señor.
Esta es la mayor esperanza del cristiano. En un mundo de injusticia, corrupción y maldad, podemos vivir con confianza: nuestro Dios es Rey, y Él gobierna con justicia.
- Examina tu corazón por orgullo oculto.
- No te alegres del mal ajeno ni participes en la injusticia.
- Confía en la justicia de Dios, aunque parezca tardar.
- Aférrate a la esperanza de la restauración prometida.
- Recuerda siempre que el Reino pertenece a Dios, no a los hombres.
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