miércoles, 15 de octubre de 2025

Malaquías: El Puente Profético

El libro de Malaquías (cuyo nombre significa "Mi Mensajero") es el último de los profetas del Antiguo Testamento y sirve como un puente entre la Ley y los Profetas y la llegada de Juan el Bautista y Jesucristo. El libro expone la apatía espiritual del pueblo de Israel después de su regreso del exilio babilónico, confrontando sus pecados y renovando las promesas del pacto. 

I. El Amor Inmutable de Dios (Malaquías 1:1-5)
Malaquías comienza con la declaración del amor de Dios por Israel: "Yo os he amado, dice Jehová; y preguntasteis: ¿En qué nos amaste de verdad?" (Mal. 1:2). El pueblo, desanimado y escéptico ante las dificultades post-exílicas, duda del amor de Dios. Pero, Dios le recuerda a Israel Su elección de Jacob sobre Esaú. El amor de Dios no depende de los méritos humanos, sino de Su voluntad (Romanos9:13−16). El amor de Dios es la base de nuestra relación con Él, un amor que permanece a pesar de nuestra infidelidad.
Nunca debemos cuestionar el amor de Dios por causa de nuestras circunstancias. Él nos ha elegido en Cristo antes de la fundación del mundo (Efesios1:4). Nuestro compromiso debe ser una respuesta agradecida a este amor.

II. La Necesidad de una Adoración Genuina (Malaquías 1:6–2:9)
Dios confronta a los sacerdotes por su adoración hipócrita y despreciable. El pueblo ofrecía animales ciegos, cojos o enfermos, deshonrando la "mesa de Jehová" y el pacto de Leví. Los sacerdotes, en lugar de corregir, lo permitían e incluso participaban.
Esta sección de Malaquías destaca la importancia de la adoración verdadera (Juan4:24), que es más que un ritual externo; debe ser una entrega de lo mejor de uno mismo (nuestro corazón, mente y posesiones) a un Dios santo y glorioso. El liderazgo de la iglesia tiene la solemne responsabilidad de enseñar fielmente la Palabra y ser ejemplos de reverencia (Mal.2:7). La infidelidad en el púlpito conduce a la apostasía en la congregación.
Nuestra adoración debe reflejar el alto valor que le damos a Dios. No podemos venir a Él con "sacrificios" a medias (tiempo, servicio, recursos) mientras dedicamos lo mejor de nuestra vida a las cosas del mundo.

III. La Fidelidad Matrimonial como Reflejo del Pacto (Malaquías 2:10-16)
Malaquías condena la infidelidad en el matrimonio (el divorcio y casarse con mujeres extranjeras) como una traición al pacto. Dios "aborrece el repudio (divorcio)" (Mal.2:16) porque el matrimonio es un pacto sagrado que refleja la relación de Dios con Su pueblo.
El matrimonio es una ordenanza divina establecida por Dios para ser un pacto de por vida entre un hombre y una mujer (Mateo19:4−6). La fidelidad conyugal no es solo un asunto de ética social, sino una manifestación tangible de la fidelidad que debemos a nuestro Dios de pacto. La iglesia debe defender y modelar la santidad del pacto matrimonial.
La manera en que honramos nuestros votos matrimoniales es un testimonio de cómo valoramos el pacto de Dios con nosotros, sellado por la sangre de Cristo.

IV. El Robo a Dios (Malaquías 3:7-12)
Malaquías presenta otro problema. El pueblo preguntaba: "¿En qué te hemos robado?". Dios responde: "En vuestros diezmos y ofrendas" (Mal.3:8). Dios los desafía a probarlo trayendo todos los diezmos al alfolí, prometiendo una bendición desbordante.
El diezmo (10%) se originó antes de la Ley mosaica y fue una ley en el Antiguo Testamento, la cual enfatiza que el principio que debe gobernar a un dador es la generosidad alegre, sistemática y sacrificial como una expresión de mayordomía de todo lo que Dios nos ha dado (2Corintios9:7). 
Como creyentes en Cristo, estamos llamados a ser dadores alegres y generosos, superando a menudo el estándar del diezmo con ofrendas que reflejan la abundancia de nuestra bendición en Cristo. Debemos dar para sostener la iglesia local y la obra misionera mundial.

V. El Gran Día del Señor y la Esperanza Mesiánica (Malaquías 3:1-6; 4:1-6)
Malaquías termina profetizando la venida de dos figuras: "Mi mensajero" (Mal.3:1) que preparará el camino, y el "Ángel del Pacto" que vendrá súbitamente a Su templo para juicio y purificación. Más tarde, identifica al precursor como Elías el profeta (Mal.4:5). Este es el punto culminante del libro y su conexión con el Nuevo Testamento.
  • Juan el Bautista es identificado como el "mensajero" que vino en el espíritu y poder de Elías, señalando a Jesús (Mateo11:10,14).
  • Jesucristo es el "Ángel del Pacto" y el "Sol de Justicia" (Mal.4:2). Él es el cumplimiento de la profecía, el que purifica a Su pueblo (Mal.3:3) mediante Su sacrificio y quien regresará en el "día de Jehová" para juzgar a los malvados y recompensar a los que temen Su nombre (Mal.4:1−3).
Al leer Malaquías debemos recordar que vivimos entre la primera y la segunda venida de Cristo, y que se nos llama al arrepentimiento y a la fidelidad, recordándonos que el juicio es seguro, pero también lo es la recompensa y la sanidad que tenemos en Cristo.

Aplicación:
Malaquías nos recuerda que Dios no cambia (Mal.3:6). Su amor es constante, Su justicia es segura y Sus promesas son verdaderas. El llamado a Israel, y por extensión a la iglesia  de hoy, es: "Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros" (Mal.3:7).
Que este devocional nos impulse a la adoración reverente, a la fidelidad en el hogar y a la generosidad sin reservas, mientras esperamos el glorioso regreso de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
 
 
 

lunes, 6 de octubre de 2025

Zacarías: El Profeta de las Dos Venidas

El libro del profeta Zacarías ("Jehová se ha acordado") está lleno de visiones apocalípticas y promesas mesiánicas. Fue escrito a los judíos que regresaron del exilio babilónico, un pueblo desanimado por la reconstrucción del Templo. Zacarías presenta un mensaje de esperanza y estímulo en medio del pesimismo. Es una voz que nos asegura que los planes de Dios se cumplirán ineludiblemente.

I. El Llamado al Arrepentimiento
El mensaje de Zacarías comienza con un claro e ineludible llamado: "Volveos a mí, dice Jehová de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros" (Zacarías 1:3).
Para el remanente que regresó del exilio, la tarea de reconstruir el Templo y la ciudad era abrumadora. El verdadero problema, sin embargo, no era la falta de recursos o de fuerza, sino la frialdad espiritual. El exilio fue el castigo de Dios por la desobediencia de sus padres, y Zacarías les advierte contra caer en los mismos pecados.
El arrepentimiento es un cambio de mente que conduce a un cambio de vida, un "volverse" de los propios caminos para regresar al Señor. El mensaje es claro: Dios está dispuesto a restaurar, pero el primer paso es la obediencia de un corazón contrito. 
 
II. La Obra por el Espíritu y no por la Fuerza Humana
Una de las enseñanzas más sobresaliente de Zacarías se encuentra en la visión del candelabro y los dos olivos, dirigida a Zorobabel, el gobernador encargado de la reconstrucción: "No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos" (Zacarías 4:6).
Este principio fue un bálsamo para el desánimo. Los cimientos del Templo eran modestos comparados con la gloria del primero, y la oposición era fuerte. Dios asegura que el éxito de Su obra no depende de la fuerza militar o la capacidad humana, sino de Su Espíritu Santo.
Esto nos enseña que nuestra dependencia en la obra del Espíritu debe ser total. La vida cristiana, el ministerio, el crecimiento de la iglesia y la evangelización no se logran a través de métodos humanos o de grandes presupuestos, sino por el poder del Espíritu que opera en los corazones. Este versículo es un recordatorio de que, incluso en las tareas más grandes y difíciles, la fuente de poder es Dios y no nosotros.

III. La Centralidad de Jesucristo, el Mesías
Zacarías es, quizás, el profeta menor con la mayor riqueza de profecías mesiánicas, pintando un retrato asombroso de la persona y obra de Jesucristo.
  1. El Renuevo y Sacerdote sobre Su Trono (Zac. 3:8; 6:12-13): Jesús es identificado como "el Renuevo", una figura davídica de pureza y crecimiento. Además, se le muestra como Rey y Sacerdote, una fusión de oficios que solo se cumple en Jesús, el único que puede ofrecer el sacrificio perfecto y reinar con justicia.
  2. La Entrada Triunfal Humilde (Zac. 9:9): Predice la entrada de Jesús a Jerusalén: "He aquí tu rey viene a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno". Esto se cumplió literalmente en Mateo 21, mostrando Su realeza en humildad.
  3. El Precio de la Traición (Zac. 11:12-13): Profetiza el precio de la traición de Judas: "treinta piezas de plata" (cumplido en Mateo 27:3-10).
  4. El Crucificado Mirado y Llorado (Zac. 12:10): Profetiza la crucifixión: "y mirarán a mí, a quien traspasaron; y lamentarán sobre él" (citado en Juan 19:37, referente a la lanza en Su costado).
  5. La Fuente de la Purificación (Zac. 13:1): Habla de la sangre expiatoria: "En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia". Esta es la sangre de Cristo derramada en la Cruz.
Zacarías subraya que el Mesías es el centro de la historia de la redención. Jesús no es solo un profeta o un rey; es nuestro Sacerdote y Rey (Zac. 6:13), el único mediador entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2:5). Sus profecías se cumplieron con precisión milimétrica, confirmando la inspiración e inerrancia de las Escrituras, otra doctrina fundamental bautista.

IV. El Retorno del Rey
La última sección de Zacarías (caps. 9-14) es altamente escatológica, describiendo los eventos de los últimos días y el triunfo final de Dios.
Zacarías predice un tiempo futuro en el que el Señor mismo peleará por Su pueblo, y "Jehová será rey sobre toda la tierra" (Zacarías 14:9). El Monte de los Olivos se dividirá (Zac. 14:4), y Jerusalén se convertirá en el centro de la adoración mundial.
Aunque los crisitianos tenemos diversas interpretaciones escatológicas todos compartimos la esperanza de la Segunda Venida de Cristo de manera literal y visible. Zacarías nutre esta esperanza, afirmando que el Señor regresará con poder y gloria para establecer Su reino de justicia. Esto nos da consuelo y una esperanza purificadora (1 Juan 3:3) mientras esperamos Su venida.

Aplicación
El libro de Zacarías es la palabra de Dios que dice: "Yo, Jehová, me he acordado y estoy obrando, ¡así que levántate y trabaja!" 🛠️
Las principales enseñanzas teológicas se resumen en tres aplicaciones clave:
  • Prioridad de la Obra de Dios y el Arrepentimiento (Eclesiología y Soteriología): El mensaje inicial de Zacarías es que la reforma espiritual debe preceder a la reconstrucción física (Zac. 1:3).  Nuestra iglesia y vida personal deben comenzar con un arrepentimiento sincero. Estamos llamados a ser una iglesia restaurada espiritualmente antes de que podamos ser efectivos en nuestra misión. Debemos poner la adoración a Dios (la "reconstrucción del Templo" de nuestro corazón) por encima de nuestros propios intereses y proyectos.
  • Dependencia Total del Espíritu Santo (Neumatología): El gran desafío de la vida cristiana y el ministerio se supera "No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu" (Zac. 4:6). Dejemos de confiar en la planificación humana, la personalidad carismática o la tradición. El verdadero poder para el ministerio, la evangelización y el crecimiento de la iglesia reside en el poder sobrenatural del Espíritu Santo. Necesitamos buscar Su llenura y dirección en cada aspecto de nuestra vida y congregación.
  • Vida Anclada en Cristo y Su Esperanza (Cristología y Escatología): Zacarías nos da una imagen completa de Jesús: el Salvador humilde que fue traspasado por nuestro pecado (Zac. 9:9; 12:10) y el Rey glorioso que regresará (Zac. 14:9). Nuestra fe debe estar completamente centrada en el sacrificio de Cristo, la única "fuente abierta para la purificación del pecado" (Zac. 13:1). Vivamos con la ardiente esperanza de Su Segunda Venida, sabiendo que Él ha vencido y que Su reino es eterno. Esta esperanza nos impulsa a la santidad y a compartir el evangelio.