domingo, 27 de septiembre de 2009

Remedios preciosos contra las artimañas del diablo (Parte 6)

¿El no pecar me traerá problemas?

Capítulo VI

Satanás conduce a los creyentes al pecado haciéndoles ver que los que tratan de santificarse sufren mucha oposición y dificultades. Les dice que mientras los pecadores gozan de la “buena vida”, lo que dan la espalda al pecado solo experimentan tristezas y problemas. El susurro del enemigo es que es mucho mejor vivir en una forma que no les ocasione tantos conflictos y que los pecadores no sufren como los piadosos.

¿Cómo deben reaccionar, y qué deben pensar los creyentes cuando Satanás les inquieta con estas ideas?

Primero, deben recordar que todos los problemas que los hijos de Dios tienen serán usados para su bien. Dios nunca envía aflicciones a su pueblo sin un buen propósito, aunque al momento no sea posible verlo. En seguido mencionaré algunos de los efectos que vienen a los piadosos como consecuencia de la aflicción: Aprenden la maldad del pecado; el sufrimiento les hace dar la espalda al pecado; el sufrimiento les hace tener cuidado del pecado en el futuro. El niño que se ha quemado teme al fuego. Las aflicciones nos ayudan a mortificar el pecado. Las aflicciones son el crisol donde Dios purifica las impurezas de su pueblo. Dios disciplina, corrige y enseña a los creyentes para su bien, a fin de que participen de su santidad (He 12:10-11) Aunque la disciplina divina sea al momento dolorosa, produce la piedad y trae muchas bendiciones a los creyentes.

Dios está entrenando a su pueblo: Haciendo que estén en una buena y saludable condición espiritual, el sufrimiento es una parte de este entrenamiento. El sufrimiento les hace humildes y sensibles a la enseñanza del Espíritu Santo. El sufrimiento les hace acercarse a Dios y orar en una forma más intensa y sincera. El salmista dijo: “Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba, más ahora guardo tu palabra” (Sal 119:67) También el sufrimiento fortalece a los creyentes. Crecen más fuertes en su amor a Dios y hacia su pueblo; crecen más fuertes en fe, esperanza y gozo.

Segundo, los creyentes deben recordar lo que es más importante, que sus problemas no pueden cambiar el hecho de que Dios les ama. Las aflicciones pueden resultar en sufrimientos del cuerpo y la mente y aún perder la vida, pero no los pueden separar del amor de Dios. El apóstol Pablo nos enseña esto: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. (Ro 8:35-37)

Tercero, los creyentes deben recordar que sus problemas son en realidad pasajeros y de corta duración. “Por un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, en la mañana vendrá la alegría” (Sal 30:5) En realidad hay muy corto tiempo entre el conocer de la gracia de Dios en la tierra y el gozarse de la gloria de Dios en el cielo. “Porque aún un poquito y el que ha de venir vendrá y no tardará” (He 10:36-37) Este breve tiempo de sufrimiento terminará pronto y los creyentes estarán con Cristo para siempre. Este tiempo de tormenta es el preludio de la calma eterna.

Cuarto, los creyentes deben recordar que los problemas que les acontecen provienen del gran amor que Dios tiene para ellos. El Señor Jesús dijo: “Yo reprendo y castigo a todos los que amo…” (Ap 3:19) Dios está preparando a los creyentes para el cielo, y a veces esta preparación resulta dolorosa. Sin embargo, el hecho de que Dios está procurando que estén preparados para el cielo, es prueba de que les ama grandemente.


Quinto, los creyentes deben medir las aflicciones por su resultado espiritual y no por el dolor que ocasionan. Es necesario que veamos el propósito de Dios en nuestros sufrimientos. José sufrió en Egipto y fue encarcelado injustamente. No obstante el propósito de Dios fue que por medio de José se salvara su familia. Del mismo modo, David fue rodeado de enemigos y estuvo en peligro constante al principio de su carrera. Sin embargo, llegó a ser rey y fue honrado por su pueblo. En ambos casos fue el sufrimiento lo que condujo al cumplimiento del propósito de Dios. Esto nos enseña que los creyentes deben juzgar sus sufrimientos no por el dolor que producen, sino por sus resultados espirituales.

Sexto, el propósito de Dios en las aflicciones nunca es para dañar o desesperar a los creyentes. Dios no quiere quebrantarlos o arruinarlos con la tristeza. Dios quiere probarlos y fortalecerlos, su pensamiento nunca es destruirlos. Moisés les recordaba a los israelitas de este punto: “Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos”. (Dt 8:2) “Para probarle”, ese fue el propósito de Dios, no para quebrantar o destruir.

Finalmente, los creyentes siempre deben recordar que las tristezas y las miserias que acompañan al pecado siempre son más grandes y pesadas que las tristezas que a veces acompañan a la santidad y a la piedad. La tristeza que el pecado acarrea no tiene nada bueno del todo. No tiene ninguna esperanza ni ningún buen propósito. Isaías dijo: “Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo. No hay paz dijo mi Dios para los impíos” (Is 27:20-21) La tristeza que viene del pecado solo conduce a lo que es temible y terrible, es decir, el enojo justo y santo de Dios y su ira.


Thomas Brooks

 

 

sábado, 26 de septiembre de 2009

Tesoro Bíblico_Dr. Adrian Rogers

“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Romanos 12:2


TESORO BÍBLICO:

El que muere con el mayor número de juguetes es el que gana. ¿Es eso tener éxito? o ¿que se cumplan sus sueños? ¿Tener todo lo que quiere? ¿Ganar suficiente dinero para no tener que trabajar más? ¿Podemos decirle lo que es tener éxito? Y lo decimos sin titubeo alguno. Éxito es la realización progresiva de la voluntad de Dios llevada a cabo en su vida. Eso es el éxito. No es la cantidad de dinero que tenga, ni lo famoso que usted sea, ni qué tan sano esté, ni el número de amigos que tenga, ni la cantidad de juguetes que posea. El éxito es, nada menos y nada más, que la realización progresiva de la voluntad de Dios en su vida.


PUNTO DE ACCIÓN:

¿Desea conocer la voluntad de Dios? ¿Quiere que el deseo de su corazón se convierta en realidad? Lea Miqueas 6:8. ¿Qué es lo que requiere Dios de usted? Lea Samo 37:4. ¿Qué le está llamando Dios a hacer?

Adrian Rogers
www.elamorquevale.org

Remedios preciosos contra las artimañas del diablo (Parte 5)

Cuando el pecado no parece ser peligroso

Capítulo V

Otra táctica del diablo es la de decirle al creyente que puede acercarse al pecado sin caer en él. Le insistirá al creyente que puede acercarse a gente con vidas pecaminosas o que puede estar en lugares donde se cometen actos de pecado, sin que le suceda nada. Le dirá que puede estar conviviendo con los borrachos sin emborracharse, que puede tener compañía con la gente inmoral sin participar de sus inmoralidades. Dirá que puede acercarse a la puerta de la prostituta siempre y cuando no suba a su cama, que puede mirar la belleza de Jezabel pero no cometer pecado con ella, que puede poner sus manos en el lingote de oro de Acán siempre y cuando no lo robe. En otras palabras, que uno puede acercarse al pecado sin ser afectado por ello. No obstante, con frecuencia sucede que el acercarse al pecado conduce de inmediato a pecar.

La Biblia advierte a los creyentes respecto a los lugares y las personas que les animan a pecar. 1 Ts 5:22 les manda a apartarse de toda clase de mal. Proverbios 4:14-15 dice: “No entres por la vereda de los impíos, no vayas por el camino de los malos. Déjala, no pases por ella; apártate de ella, pasa” Hay que evitar todo aquello que no es bueno, saludable y santo. No hagas nada que parezca malo o que tenga apariencia de pecado. Si uno no quiere ser quemado, deberá apartarse del fuego. Si uno no quiere pecar, deberá alejarse de cualquier cosa que le conduciría a pecar; si no lo hace, no podrá tener victoria sobre el pecado.

La Biblia no habla de que aquellos que fueron victoriosos sobre el pecado. Se alejaron de todo lo que les podía conducir a pecar, aunque solo fuera una apariencia. El diablo considera como media victoria, como casi un conquista, el hecho de que uno no se aparte de aquello que le puede conducir a pecar. El caso de José, es una ilustración de uno que se alejó de la tentación del pecado. Aunque la esposa de Potifar le provocaba a cometer el adulterio, José no le escuchaba, ni aceptaba estar en la presencia de ella (Gn 39:10) Si usted quiere gozar de las bendiciones de Dios, usted tiene que alejarse de todo aquello que le conduce a pecar.

El hecho de evitar la apariencia del pecado es una evidencia de la gracia de Dios que le eleva a uno por encima de los hombres que pertenecen al mundo. De esta manera Abraham vivió una vida piadosa en medio de un pueblo inmundo. Daniel permaneció fiel en un país donde se adoraba a dioses falsos. Timoteo vivió una vida controlada por el Espíritu de Dios en medio de un pueblo pagano en Efeso. Los creyentes no deben escuchar al diablo cuando este les dice que pueden acercarse al pecado sin pecar. La enseñanza de la Biblia es clara al respecto, apártese de cualquier cosa que le conduzca a pecar.

Otra artimaña usada por Satanás para conducir a los creyentes al pecado es decirles que los no arrepentidos gozan de una placentera y sin problemas. “Mira esas gentes como siguen pecando y están felices, llenas de buenas cosas. No tienen preocupaciones. Únete a ellos y te vas a divertir” Algunas veces Dios bendice en esta vida a los mismos que están destinados a la condenación. La manera en que Dios trata con una persona en esta vida no siempre indica lo que Dios piensa acerca de esa persona. En la misma manera Dios a veces envía cosas difíciles a las personas que son objeto de su amor. El sol brilla sobre los espinos y sobre los árboles frutales. La buena dádiva de Dios es otorgada a los buenos y a los malos. Tanto los buenos como los malos gozan de buena salud, reciben riqueza y abundancia; asimismo, sufren indistintamente pérdidas y enfermedades.

El primer remedio contra esta táctica es acordarnos de que Dios está en contra de los que usan sus bendiciones como un pretexto para pecar. El enojo de Dios es muy fuerte contra los que abusan de su bondad de esta manera. Los creyentes nunca deben pensar que la ternura de Dios les da libertad para pecar; por el contrario, su benignidad debería conducirles al arrepentimiento.

Segundo, no hay miseria más grande en esta vida que la ausencia de la corrección y la disciplina de Dios. Aquellos cuyas vidas adolecen de estar marcas deben preocuparse. Si Dios nunca les ha enviado problemas, si sus vidas siempre han sido felices, entonces están en el peor estado posible. Cuando Dios no corrige y prueba a una persona, esa persona está perdida. Los incrédulos pueden sentirse felices porque Dios no les corrige, pero su sentimiento de seguridad es falso. Muy lejos de indicar que todo está bien con ellos, indica lo contrario, que todo está mal. La prosperidad ha sido una piedra en la cual han tropezado millones; tropezaron, cayeron y fracturaron la cerviz de su alma para siempre.

Tercero, es cierto que los pecadores gozan de buenas cosas en esta vida, pero sus “bendiciones” son nada comparado con lo que no tienen. Los pecadores pueden gozar de dinero, poder, amigos, salud, felicidad; pero no conocen a Dios, ni a Cristo, ni al Espíritu de Dios. No tiene la paz con Dios, ni el perdón de sus pecados. No son hijos de Dios y no son libres del poder dominante del pecado. No son objeto de la gracia de Dios y tampoco tienen la esperanza de ir nunca al cielo. ¿De qué sirven todas las bendiciones temporales de esta vida si uno no tiene el amor de Dios, el perdón de sus pecados, la presencia de Cristo y la esperanza de gloria?

Cuarto, las cosas buenas de esta vida no son siempre lo que aparentan ser. Las cosas “buenas” siempre están mezcladas con cosas malas. El poder y el dinero traen temores, preocupaciones y no tan solo la felicidad. El Salmo 92:7 dice que los impíos brotan como la hierba, que florecen lo que hacen la iniquidad, pero que serán destruidos eternamente. Frecuentemente Dios castigará con juicios espirituales a las mismas personas que sufren menos castigo en esta vida. Por juicios espirituales quiero decir que no están dispuestos a arrepentirse, que no se preocupan por sus almas, que sus conciencias están cauterizadas, sus corazones endurecidos, están ciegos en cuanto a la verdad acerca de Dios. Juicios semejantes a estos son peores que todos los sufrimientos y tristezas de esta vida terrenal.

Quinto, algún día los hombres darán cuenta de todas las bendiciones que recibieron durante su vida terrenal. “Porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará (Lc 12:48) ¿Qué dirán estas personas por tantas bendiciones que Dios les había otorgado? Dios es paciente ahora, pero su paciencia y su bondad deberían guiarnos al arrepentimiento, de otro modo, su bondad se convierte en un motivo de mayor juicio.


Thomas Brooks

 

 

viernes, 25 de septiembre de 2009

Remedios preciosos contra las artimañas del diablo (Parte 4)

Cuando se peca, porque es fácil arrepentirse

Capítulo IV

En este capítulo podremos observar otro método usado por el diablo para hacer que los creyentes caigan en el pecado. Satanás les dice que es fácil arrepentirse, tan sencillo como confesarlo al sacerdote. Todo lo que tienes que decir es: “Señor ten misericordia de mí” y Él te perdonará. Susurrará a tu oído que el arrepentimiento es fácil.

Esta mentira del diablo es muy peligrosa. Es una mentira que ha sido usada para engañar a muchos y ponerlos bajo el control y dominio del pecado. El arrepentimiento no es fácil; está más allá de las fuerzas humanas. Para arrepentirse uno necesita el mismo poder que levantó a Cristo de los muertos, es decir, se necesita el poder de Dios.

El apóstol Pablo escribió a Timoteo que los siervos de Dios debían enseñar la verdad, con la esperanza que Dios concediera a los oyentes el arrepentimiento (2 Ti 2:25). El arrepentimiento no es fácil; el arrepentimiento es el don de Dios. El profeta Jeremías preguntó: ¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer el mal? (Jer 13:23) Las personas no pueden cambiarse a sí mismos; hace falta el poder de Dios para que puedan cambiar. El hecho simple de decir: “Señor ten misericordia de mí”, no es el arrepentimiento verdadero. Los que usan este lenguaje sin un cambio genuino en sus vidas, se están engañando. Muchos están ahora en el infierno porque se equivocaron en cuanto a la naturaleza del arrepentimiento.

Hay tres elementos esenciales en el arrepentimiento. El primer elemento es un cambio sustancial; es dar la espalda al pecado y volverse hacia Dios. El arrepentimiento es dejar las tinieblas y volver a la luz. Isaías dijo. “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Dios” (Is 55:7) El arrepentimiento significa dar la espalda a todo pecado, aún el pecado que uno amaba más. Significa también un cambio de actitud hacia Dios y hacia todo lo que Él manda. Cuando una persona se arrepiente verdaderamente, sabe que no existe nada en ella misma que agrade a Dios, y todo lo que tiene es su pecado. Esto le hace volverse a Dios suplicándole ayuda y perdón. El arrepentimiento no es fácil. Siempre es difícil y ocasiona dolor y vergüenza.

El segundo elemento en el arrepentimiento verdadero es un cambio completo de vida. El arrepentimiento significa un cambio en la vida interior, en lo que uno piensa y en lo que uno desea. El arrepentimiento significa un cambio tan fuerte en la vida que otros pueden verlo, un cambio en su manera de vivir, en sus hábitos, en su perspectiva. Isaías 1:16 dice: “Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras delante de mis ojos; dejas de haced lo malo; aprended a haced el bien”. Esto significa un cambio exterior e interior, un cambio completo de vida.

El tercer elemento del arrepentimiento es su continuidad a lo largo de toda la vida del creyente. Arrepentirse significa siempre esforzarse para guardar la ley de Dios en forma más completa. Significa acercarse cada vez más a Dios aunque al mismo tiempo, sabemos que no podemos dejar de considerarnos pecadores. La vida cristiana consiste de un proceso continuo de mortificación del pecado. El apóstol Pablo, quien fue usado grandemente por Dios, dijo “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? (Ro 7:24)

El arrepentimiento no es propio de la naturaleza humana; se necesita tanto el poder de Dios para arrepentirse, como para no pecar. “Venid y volvamos a Jehová porque Él nos arrebató y nos curará; hirió y nos vendará. Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará y viviremos delante de Él” (Os 6:1-2) Fíjense que Dios es el que hace todas estas cosas a favor de su pueblo. Él les sana. Él venda sus heridas. Les vivifica y restaura. El poder de Dios y el amor de Dios están actuando en el arrepentimiento. Sin la misericordia y el amor de Dios actuando en uno, no puede haber arrepentimiento verdadero.

Es común que Satanás le dice a uno que el arrepentimiento es fácil. Pero después de que se ha caído en el pecado su mensaje cambiará; ahora dirá que el arrepentimiento es imposible. Una vez que la persona se ha acostumbrado al pecado, el diablo dirá que el arrepentimiento es la cosa más difícil que uno puede hacer. Le dirá que resulta difícil dar la espalda a los pecados que ya forma parte de su vida misma. Dirá que no puede haber posibilidad del arrepentimiento, porque ha abusado de la misericordia de Dios y no ha hecho caso de las advertencias divinas. Satanás le hablará de cuantas veces ha caído y que tan malos han sido sus pecados. Le dirá, “Ahora es imposible arrepentirse”.

Los creyentes verdaderos buscarán el arrepentimiento mientras haya tiempo, ¡hoy! El arrepentimiento nunca es fácil pero con la ayuda y con la misericordia de Dios, uno puede dar la espalda al pecado y volverse a Dios.


Thomas Brooks