“Sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo…” 1 P 4:13
Si vas a ser utilizado por Dios, Él te hará pasar por múltiples experiencias. Éstas tienen el propósito de que seas útil en sus manos y que entiendas lo que les ocurre a otras almas, de tal manera que nunca te sorprendas de lo que pueda cruzarse en tu camino. Tú dices: “¡pero, yo no puedo tratar con esa persona!” ¿Por qué no? Dios te ha dado bastantes oportunidades para aprender de Él al respecto, pero te alejaste sin prestarle atención a la lección, porque te pareció estúpido gastar el tiempo de esa manera.
Las aflicciones de Cristo no fueron las que comúnmente tú y yo padecemos. Él sufrió según la voluntad de Dios (1 P 4:19), y no desde la perspectiva en que nosotros sufrimos como individuos. Sólo a través de la relación con Jesucristo comprendemos lo que Dios está buscando en su trato con nosotros. Es parte de nuestra cultura cristiana querer saber de antemano cuales son los propósitos divinos cuando se trata de las aflicciones. La historia de la Iglesia cristiana registra que tendemos a evadir el ser identificados con los padecimientos de Jesucristo. La gente ha tratado de obedecer las órdenes de Dios mediante sus propios atajos. El camino de Él siempre es el del sufrimiento, el sendero del “recorrido largo a casa”.
¿Participamos de las aflicciones de Cristo? ¿Estamos dispuestos a que Dios destruya y transforme sobrenaturalmente nuestras decisiones personales? Esto no implica que vayamos a saber exactamente la razón por la que Dios nos está llevando por ese camino, pues nos volveríamos pedantes espirituales. Momentáneamente no comprendemos a través de que situación Él desea llevarnos. Pasamos más o menos sin entenderlo, hasta que, de repente, llegamos a un lugar luminoso y decimos: “¡Dios me ha fortalecido y ni siquiera lo sabía!”
Oswald Chambers
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