No, Dios ni siquiera abandonará a uno de ellos. Los hombres abandonan, pero Dios no, pues Su elección es inmutable, y Su amor es eterno. Nadie puede encontrar a una sola persona a la que Dios haya desamparado después de habérsele revelado salvadoramente.
El Salmo menciona esta grandiosa verdad para dar ánimos al corazón del afligido. El Señor disciplina a los Suyos, pero nunca los desampara. Nuestra instrucción es el resultado de la doble obra de la ley y de la vara, y el fruto de esa instrucción es una quietud de espíritu y una sobriedad de mente, de las que procede el descanso. Los impíos son dejados solos hasta que es cavado el hoyo en el que se hundirán y serán sumidos; pero los piadosos son enviados a la escuela para que sean preparados para su glorioso destino en el más allá. El juicio retornará y terminará su obra sobre los rebeldes, pero igualmente retornará para
vindicar a los sinceros y a los piadosos. Por esta razón podemos soportar la vara de la disciplina con calmada sumisión pues no significa para nosotros ira, sino amor.
“Dios puede castigar y corregir
Pero no puede nunca abandonar;
Puede en fidelidad reprender,
Pero nunca dejar de amar.”
Pero no puede nunca abandonar;
Puede en fidelidad reprender,
Pero nunca dejar de amar.”
La Chequera del Banco de la Fe.
Charles Spurgeon
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