lunes, 4 de agosto de 2025

Los Hábitos de Lectura de Charles Spurgeon

Para Charles Haddon Spurgeon, la lectura de la Biblia no era una tarea, sino una necesidad vital para el cristiano. Él no veía la Biblia como un mero libro de texto, sino como la voz de Dios que nutre y fortalece el alma. Su enfoque se basaba en tres pilares fundamentales: la devoción, la meditación y la práctica.
Charles Haddon Spurgeon fue un lector voraz y polifacético. Su biografía, a menudo, destaca su vastísima biblioteca personal, que llegó a tener más de 12.000 volúmenes. No se trataba de una colección ornamental; cada libro era una herramienta de trabajo, una fuente de conocimiento y un compañero en su ministerio. Él creía firmemente que "Un hombre que no lee es un hombre que no piensa".
Su biblioteca personal, con más de 12,000 volúmenes, era el reflejo de una sed insaciable por aprender. Sin embargo, su lectura no era un pasatiempo, sino una disciplina fundamental que lo formó como teólogo, predicador y pastor. 

I. La primacía de la Biblia: "El Libro, y solo el Libro"
Spurgeon era un firme defensor de la supremacía de la Biblia. En uno de sus sermones, él enfatiza la importancia de entender las Escrituras: "Entender el significado (de la Biblia) es la esencia de la verdadera lectura". Para él, la Biblia era el "Libro de los libros", y ningún otro texto podía compararse con ella. 
Él animaba a su congregación a no solo leer la Biblia, sino a meditar en cada pasaje de ella. Creía que debíamos saborear cada versículo, como un catador de vino degusta cada sorbo. Para él, la Biblia era como un panal de miel: no solo miramos la colmena, sino que extraemos la miel y la disfrutamos.
Él decía: "Una Biblia que se cae a pedazos, usualmente pertenece a alguien que no se cae a pedazos". Esta frase nos recuerda que el estudio diligente de la Palabra fortalece nuestra fe y nos mantiene firmes ante las pruebas de la vida. 
Además de su lectura diaria, Spurgeon tenía el hábito de memorizar pasajes, algo que había practicado desde su niñez, cuando memorizó muchos himnos. Esta familiaridad con la Palabra de Dios le permitía citar versículos con fluidez en sus sermones, demostrando que la Biblia no era un mero adorno, sino una parte viva y real de su pensamiento.

II. La lectura como un diálogo con Dios y los grandes pensadores
Spurgeon no solo leía la Biblia, sino que la leía como si estuviera en la presencia de Dios. En un sermón, describió su lectura como un acto de reverencia, imaginando a Dios (Jesús) inclinándose sobre él y señalando las líneas del texto con su "mano traspasada".
Más allá de la Biblia, Spurgeon era un ferviente lector de los puritanos. Consideraba que sus obras eran un tesoro de verdad bíblica y sabiduría teológica. Al leer a autores como John Bunyan, cuya obra "El progreso del peregrino" leyó más de 100 veces, Spurgeon no solo absorbía sus ideas, sino que entablaba un diálogo con ellos, enriqueciendo su propia teología y predicación.
Spurgeon era un teólogo de corazón. Se deleitaba en los escritos de los puritanos y de otros teólogos reformados. John Owen, Richard Baxter y Thomas Goodwin eran algunos de sus autores favoritos. . Su lectura de comentarios bíblicos era extensa, pero nunca permitía que estos suplantaran su propia lectura y meditación de la Biblia. Los usaba como ayudas para entender el texto, no como sustitutos del mismo.

III. La defensa de la lectura en los ministros y creyentes
Spurgeon defendía la lectura vigorosamente, especialmente para los ministros. En un sermón sobre 2 Timoteo 4:13, donde Pablo pide que le traigan "los libros", Spurgeon reprendió a aquellos que pensaban que la lectura era una señal de un predicador perezoso. Afirmó: "Hasta un apóstol tiene que leer... El hombre que nunca lee no será leído jamás; el que nunca cita, jamás será citado. Aquel que no utiliza los pensamientos del cerebro de otros hombres, demuestra que no tiene un cerebro propio." Este consejo no se limitaba solo a los ministros, sino a todos los creyentes, alentándolos a estudiar obras teológicas y a cultivar una mente informada.

IV. La biblioteca de Spurgeon: Un legado vivo
La vasta colección de libros de Spurgeon no solo era una fuente de sus propios sermones, sino que también se convirtió en un legado. Después de su muerte, una gran parte de su biblioteca personal fue adquirida y hoy se conserva en el Spurgeon Library del Midwestern Baptist Theological Seminary, en Missouri, Estados Unidos. Esta biblioteca no solo alberga miles de sus libros, muchos de ellos con sus propias anotaciones, sino también artefactos personales como su púlpito y su escritorio. Este espacio se ha convertido en un centro de investigación para estudiosos de Spurgeon, permitiendo que sus hábitos de lectura sigan inspirando a nuevas generaciones de pastores y creyentes.

En conclusión, los hábitos de lectura de Spurgeon fueron la columna vertebral de su ministerio. Su compromiso con la Palabra de Dios, su mente disciplinada y su incesante búsqueda de conocimiento a través de los libros, le permitieron ser un predicador que no solo movía a las multitudes, sino que las guiaba a una fe sólida y arraigada en las verdades de las Escrituras.
 
Consejos de Spurgeon para la lectura
Spurgeon no solo practicaba estos hábitos, sino que también los enseñaba a sus estudiantes en el Colegio de Pastores. Algunos de sus consejos incluían:
  1. Leer con un propósito: No se trata de leer por leer, sino de buscar el crecimiento espiritual e intelectual.
  2. Leer lo mejor: Elegir libros de calidad que hayan resistido el paso del tiempo.
  3. Leer con un lápiz en la mano: Subrayar, tomar notas y escribir comentarios en los márgenes para interactuar activamente con el texto.
  4. Leer de forma variada: No limitarse a un solo género, sino explorar diferentes temas para ampliar la perspectiva.
 
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