martes, 29 de septiembre de 2009

Remedios preciosos contra las artimañas del diablo

Cuando pensamos que no somos tan pecadores como los demás

Capítulo VII


En este capítulo trataremos con otras dos maneras de cómo Satanás tienta a los creyentes a pecar. Satanás les hará fijarse en otras personas que son peores pecadores que ellos, y que por lo tanto no están en peligro. Segundo, Satanás les hará pensar que el cristianismo tiene errores y que la Biblia está equivocada en algunas cosas. Vamos a tratar con estos dos métodos usados por el diablo.


Primero, Satanás quiere que los creyentes piensen como aquel fariseo que oraba y dijo: “Dios te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros…” (Lc 18:11) Esta actitud no es honesta y es una prueba de que uno es hipócrita. Los creyentes deben examinar sus propias vidas en primer lugar para ver el pecado que hay, antes de ver a los pecados de otros (Mt 7:3-4) Los creyentes no deben compararse con otras personas, más bien deben compararse con la Biblia, con las normas divinas para su vida.


Segundo, Satanás trata de persuadir a los creyentes a no tomar el cristianismo muy en serio. Les dirá que la Biblia está llena de errores, que las narraciones de la Biblia solo sirven para darnos una idea de lo que sucedió y nada más. Satanás les dirá que pueden hacer lo que su propia naturaleza les indique, sin preocuparse acerca de lo que la Biblia dice del pecado. Les dirá que ahora ya no están bajo ninguna ley, sino la del Espíritu y la libertad. Estos errores y otros muchos serán usados por el diablo para confundir, distraer y desorientar a los creyentes.


La meta del diablo en todo esto no es la de ayudar a los creyentes a pensar mejor, sino es la de confundirlos y lograr que pequen. Satanás les sugerirá que se están volviendo muy sabios y avanzados en su manera de pensar, cuando en realidad su meta es lograr que caigan en el pecado. El propósito de Dios es muy diferente: Dios se opone no solo a que hagamos el mal, sino también a que lo pensemos. Romanos 1:28 dice: “como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada para hacer cosas que no convienen”. Muchas personas piensan equivocadamente y terminan haciendo cosas que no convienen. Este texto nos habla del juicio de Dios que vino sobre los pueblos gentiles de la antigüedad. Creo que en la actualidad Dios está castigando a muchos al entregarlos a errores que arruinarán sus almas.


Por lo tanto los creyentes deben recordar que la verdad de la Palabra de Dios debe ser incorporada en cada aspecto de sus vidas. No basta recibir la verdad solo en la mente; es necesario amarla y aplicarla a todo lo que decimos y hacemos. Solamente así podremos pensar correctamente, tomar decisiones sabias y librarnos de los caminos necios y vanos en los que tantos caen. Todo error significará a la postre solo pérdida para los creyentes. Solamente los que reciben y aman la verdad en sus corazones gozarán de un sano juicio y un pensamiento claro. Los que resisten la verdad de Dios están en peligro de ser entregados al error. “Por cuanto no recibieron el amor a la verdad.. por esto Dios les envía un poder engañoso para que crean la mentira” (2 Ts 2:10-11)


Las ideas equivocadas o erróneas que Satanás desea que los creyentes crean, solamente les harán daño. Pablo dice a los creyentes que Dios les ha dado el fundamento verdadero para una correcta manera de vivir y de pensar. El fundamento es Cristo mismo (1 Co 3:11-15) Solamente la verdad de Dios durará para siempre. Cuan necio es malgastar el tiempo creyendo o sosteniendo ideas erróneas solo para encontrar que al final todo fue un esfuerzo infructuoso. Todas las enseñanzas que conducen a una vida pecaminosa deben ser rechazadas. Pablo dijo que los pastores de las iglesias deben ser retenedores fieles del mensaje de la verdad a fin de poder ayudar a los que están equivocados y convencerlos de sus pecados (1 Ti 1:9) Dios ha dado a su pueblo su verdad, a fin de que puedan ser guiados, protegidos y guardados del error. Por lo tanto, los creyentes deben recibir la verdad con mansedumbre. Dios concede su gracia los humildes, es decir, a aquellos que han dejado aparte sus propias ideas para ser llenos de la verdad divina. Entre más que la gracia de Dios llena a los creyentes, menos susceptibles serán a ser afectados por ideas erróneas y creencias falsas.


Thomas Brooks

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