Mostrando entradas con la etiqueta Correción. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Correción. Mostrar todas las entradas

miércoles, 3 de septiembre de 2025

Jonás: La Misericordia Inmensa de un Dios Soberano

El libro de Jonás es, a simple vista, una historia familiar: un profeta desobediente, una gran tormenta, un gran pez, y una ciudad arrepentida. Pero bajo su narrativa sencilla se ocultan profundas verdades teológicas que nos desafían a considerar quién es Dios, cómo actúa en Su mundo, y cómo nosotros como creyentes debemos alinearnos con Su corazón misionero. El libro de Jonás resalta la centralidad de la soberanía divina, la responsabilidad humana, y la urgencia de la proclamación del evangelio a todas las naciones.

I. Gobernante de todo, incluso de los corazones
Desde el primer capítulo, vemos a Dios obrando de forma soberana sobre Su creación: el viento, el mar, el gran pez, la calabacera, el gusano, el sol abrasador. Todo está bajo Su mandato. Nada escapa a Su control. Incluso los marineros paganos terminan temiendo y adorando al Dios verdadero.
Esta soberanía divina es reconfortante. No hay caos fuera del plan redentor de Dios. Su control total no elimina la libertad humana, pero la redime dentro de Su propósito eterno.
Recuerda que no puedes escapar del Dios que gobierna hasta el viento y el mar. En lugar de resistirle, ríndete a Su perfecta voluntad. 
¿Estás tratando de huir del llamado de Dios?

II. Cuando el pueblo de Dios olvida el corazón de Dios
Jonás no huye por temor, sino por odio. No quiere que Nínive, capital del imperio asirio, se arrepienta. En su corazón, Jonás quería justicia (castigo) para sus enemigos, no misericordia. Aquí vemos una de las más poderosas confrontaciones espirituales del libro: el pecado del exclusivismo religioso y del orgullo étnico.
Esto es una advertencia seria. La iglesia no puede caer en el error de pensar que la gracia es solo para nosotros. El llamado misionero de Dios es universal: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15).
El corazón de Dios es por todos, incluso por tus enemigos. Examina tu corazón y pide que Dios alinee tu amor con el Suyo. 
¿Hay personas o grupos que consideras indignos del evangelio?

III. Tempestades que salvan
Cuando Jonás huye, Dios envía una gran tormenta. Esto no es castigo sin propósito; es disciplina amorosa. El objetivo no es destruir al profeta, sino restaurarlo. Dios disciplina a los suyos como un Padre amoroso (Hebreos 12:6).
Además, a través de esa tormenta, los marineros experimentan una transformación espiritual. ¡Qué paradoja! El profeta desobediente es usado por Dios para traer conversión a los paganos, mientras él mismo necesita arrepentimiento.
¿Estás atravesando una tormenta? No todas las pruebas son disciplina, pero algunas sí lo son. Pregúntale a Dios: ¿Qué me estás enseñando? ¿Estoy huyendo de Tu voluntad?

IV. Dios responde al corazón contrito
El punto culminante del libro es el capítulo 3. Después de la segunda comisión, Jonás obedece (a regañadientes) y proclama el juicio venidero. Sorprendentemente, el pueblo de Nínive —conocido por su crueldad— se arrepiente profundamente. Desde el rey hasta los animales, todos claman a Dios. Y Dios, en Su inmensa misericordia, se arrepiente del castigo que había anunciado.
Esto muestra el principio eterno: “Si se humillare mi pueblo... yo oiré desde los cielos...” (2 Crónicas 7:14). La gracia de Dios es accesible a todo pecador arrepentido. No hay nadie fuera del alcance del perdón divino.
¿Has cometido pecados grandes? ¿Crees que no hay vuelta atrás? El Dios de Jonás es también tu Dios. Él perdona cuando hay arrepentimiento genuino. No importa cuán lejos hayas caído.

V. ¿Por qué nos enojamos con la gracia de Dios?
El capítulo 4 nos confronta profundamente. Jonás está enojado con Dios. ¿Por qué? Porque Dios perdonó a Nínive. Jonás prefería tener razón que ver a los perdonados redimidos. Esta es la esencia de la religiosidad vacía: amar más la justicia propia que la gracia de Dios.
El mensaje de Jonás termina con una pregunta de Dios: “¿Y no tendré yo piedad de Nínive...?” (Jonás 4:11). El libro no tiene un “final cerrado”, porque la pregunta de Dios es para nosotros. Esta es una exhortación misionera. El evangelio no es solo para los que se parecen a nosotros o piensan como nosotros. Es para todos. El corazón de Dios late por las naciones, incluso por las más perversas. ¿Late el tuyo también?
¿Te has convertido en un “Jonás moderno”? ¿Prefieres ver juicio en lugar de salvación? Ora para que Dios reavive en ti un amor por los perdidos, sin importar su trasfondo.

Aplicación
El libro de Jonás, lejos de ser un cuento infantil sobre un gran pez, es un manifiesto misionero, una llamada al arrepentimiento, y un retrato glorioso del carácter de Dios. En este libro encontramos lecciones valiosas:
  1. Dios salva a quien Él quiere, cuando Él quiere, y como Él quiere.
  2. El evangelio debe ser proclamado a toda criatura.
  3. La gracia debe moldear no solo nuestra teología, sino también nuestras emociones.
  4. Nuestra obediencia no es opcional; es parte de nuestra adoración.
 

viernes, 22 de agosto de 2025

Lamentaciones: Del Lamento a la Misericordia

El libro de Lamentaciones es un texto bíblico que a menudo pasamos por alto, pero que contiene lecciones poderosas y conmovedoras. Este libro, atribuido al profeta Jeremías, no es un simple lamento, sino un profundo grito de dolor, arrepentimiento y, sorprendentemente, esperanza.

I. El Lamento
El título mismo del libro, Lamentaciones, nos dice mucho. La palabra "lamentar" significa expresar dolor o tristeza profunda, a menudo de una manera ruidosa y apasionada. En este libro, el profeta Jeremías lamenta la destrucción de Jerusalén y el exilio del pueblo de Israel a manos de los babilonios.
Este lamento no es un signo de debilidad, sino una forma bíblica de procesar el dolor. Dios nos permite y nos anima a llevarle nuestras cargas, incluso cuando el dolor es abrumador. Lamentaciones 1:12-13 nos muestra el profundo sufrimiento del pueblo, que es tan intenso que incluso el profeta se identifica con el dolor de la ciudad.

II. La Soberanía de Dios sobre el Sufrimiento
Uno de los puntos más difíciles y a la vez más cruciales de Lamentaciones es la comprensión de que el sufrimiento del pueblo no es un accidente, sino parte del juicio de Dios debido a su pecado. La soberanía de Dios es un principio fundamental de nuestra fe; creemos que Dios tiene el control absoluto sobre todas las cosas, incluido el sufrimiento. Lamentaciones 1:1-3 deja claro que Jerusalén "ha pecado gravemente" y por eso "se ha dispersado."
Sin embargo, esta disciplina divina no es un acto arbitrario de crueldad. Es una manifestación del amor de Dios, que busca restaurar a Su pueblo. Dios permite el sufrimiento para que la gente se vuelva a Él. Este es un recordatorio poderoso para nosotros hoy: a veces, el dolor que experimentamos es el resultado de nuestras propias elecciones, y es la forma en que Dios nos llama de regreso a Él.

III. El Arrepentimiento y la Confesión
Lamentaciones no se queda en el simple lamento, sino que nos lleva al arrepentimiento. El sufrimiento lleva al pueblo a reconocer su pecado y a clamar a Dios. El profeta no solo llora, sino que también confiesa el pecado de la nación, un acto de humildad y dependencia total de Dios. En el capítulo 3, el tono comienza a cambiar del lamento a la esperanza.
El arrepentimiento es un pilar de la fe verdadera. Creemos que la salvación es un don de la gracia de Dios que recibimos por medio de la fe, pero la fe verdadera siempre produce arrepentimiento. Lamentaciones 3:40-41 nos exhorta: "Examinemos nuestros caminos y escudriñemos, y volvámonos a Jehová." Este pasaje nos recuerda que nuestra respuesta al sufrimiento debe ser un examen de conciencia y un retorno a Dios.

IV. La Esperanza en la Misericordia de Dios
El corazón de Lamentaciones, y la lección más importante, se encuentra en Lamentaciones 3:22-23: "Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad."
Este pasaje es un faro de esperanza en medio de la oscuridad. A pesar del terrible sufrimiento y del juicio, la fidelidad y misericordia de Dios permanecen. La Biblia pone un fuerte énfasis en la gracia inmerecida de Dios. En este libro encontramos un recordatorio de que no somos salvos por nuestras obras, sino por la bondad de Dios que es "nueva cada mañana." A pesar de nuestro pecado, Dios siempre está dispuesto a perdonar y restaurar.  Este pasaje nos da la certeza de que incluso en nuestros peores momentos, la misericordia de Dios nos sostiene y nos da una nueva oportunidad.

Aplicación 
El libro de Lamentaciones nos enseña que está bien lamentar nuestro dolor, pero también nos muestra que el lamento debe conducir al arrepentimiento. Y en medio del arrepentimiento, encontramos la esperanza inquebrantable en la misericordia de un Dios fiel. Esto nos recuerda que la vida cristiana no es una vida sin sufrimiento, sino una vida en la que llevamos nuestro sufrimiento a un Dios soberano y misericordioso, que nos perdona y nos restaura cada mañana. Es un llamado a la humildad, a la confianza y a la esperanza, incluso cuando el mundo parece desmoronarse.


Libros relacionados con este devocional: 

sábado, 21 de agosto de 2010

“Porque un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría.” Salmo 30: 5

Un momento bajo la ira de nuestro Padre nos parece un largo tiempo, aunque no sea sino un momento, después de todo. Si agraviamos Su Espíritu no podemos buscar Su sonrisa; pero Él es un Dios presto a perdonar, y hace a un lado pronto todo el recuerdo de nuestras faltas. Cuando languidecemos y estamos a punto de desfallecer debido a Su enojo, Su favor implanta nueva vida en nosotros.

Este versículo tiene otra nota musical del tipo de las semicorcheas. Nuestra noche de lloro se convierte en un día de gozo. La brevedad es la señal de la misericordia en la hora de la disciplina de los creyentes. El Señor no ama el uso de la vara en Sus elegidos; da un golpe, o dos, y todo termina; sí, y la vida y el gozo que siguen a la ira y al llanto, compensan con creces la sana tristeza.

¡Vamos, corazón mío, empieza tus aleluyas! No llores toda la noche, sino seca tus lágrimas en anticipación de la mañana. Estas lágrimas son el rocío que significa para nosotros tanto bien, como los rayos del sol son saludables a la mañana. Las lágrimas aclaran los ojos para la visión de Dios en Su gracia; y vuelven el espectáculo de Su favor más precioso. Una noche de aflicción aporta esas sombras del cuadro que hacen resaltar las luces con mayor claridad. Todo está bien.


C.H. Spurgeon
La Chequera del Banco de la Fe

 

 

martes, 17 de noviembre de 2009

“Porque no abandonará Jehová a su pueblo, ni desamparará su heredad.” Salmo 94: 14.

No, Dios ni siquiera abandonará a uno de ellos. Los hombres abandonan, pero Dios no, pues Su elección es inmutable, y Su amor es eterno. Nadie puede encontrar a una sola persona a la que Dios haya desamparado después de habérsele revelado salvadoramente.
El Salmo menciona esta grandiosa verdad para dar ánimos al corazón del afligido. El Señor disciplina a los Suyos, pero nunca los desampara. Nuestra instrucción es el resultado de la doble obra de la ley y de la vara, y el fruto de esa instrucción es una quietud de espíritu y una sobriedad de mente, de las que procede el descanso. Los impíos son dejados solos hasta que es cavado el hoyo en el que se hundirán y serán sumidos; pero los piadosos son enviados a la escuela para que sean preparados para su glorioso destino en el más allá. El juicio retornará y terminará su obra sobre los rebeldes, pero igualmente retornará para
vindicar a los sinceros y a los piadosos. Por esta razón podemos soportar la vara de la disciplina con calmada sumisión pues no significa para nosotros ira, sino amor.

“Dios puede castigar y corregir
Pero no puede nunca abandonar;
Puede en fidelidad reprender,
Pero nunca dejar de amar.”


La Chequera del Banco de la Fe.
Charles Spurgeon