miércoles, 30 de septiembre de 2009

Remedios preciosos contra las artimañas del diablo

El mundo y sus placeres

Capítulo VIII


Trataremos en este capítulo con dos métodos usados por el engañador para inhabilitar y disminuir la eficacia del testimonio de los creyentes.


Primero, Satanás tratará de lograr que este mundo aparezca tan atractivo para los creyentes que comiencen a olvidarse del propósito de Dios para sus vidas.


Segundo, Satanás les dirá a los creyentes que el vivir la vida cristiana solo les traerá peligros, sufrimientos y pérdidas. Muchos han sido afectados por el primer método mencionado. Por un tiempo fueron fieles seguidores de Cristo, hasta que Satanás logró que el mundo les resultara más atractivo que Cristo Jesús. Paulatinamente fueron atraídos cada vez más hacia el mundo, volviéndose fríos, indiferentes e incapacitados para las cosas espirituales. Aquellos que se sienten tentados de esta manera deben fijarse en los siguientes remedios.


Primero, nada de lo que este mundo nos ofrece tiene poder para protegernos del mal o para garantizarnos el sumo bien. Por ejemplo, todo el dinero del mundo no puede curar a nadie de una enfermedad. El poder y la fama no pueden garantizar la felicidad de una persona. El poder, la influencia y el dinero no pueden ayudar en los tiempos de necesidad espiritual. Debemos pensar mucho acerca de la debilidad y la impotencia de todas las cosas terrenales. ¿Por qué permitirán los creyentes que tales cosas les roben bendiciones espirituales?


Segundo, todo lo que hay en este mundo es vacío y sin valor en sí mismo. El libro de Eclesiastés comienza declarando este hecho: “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol? (Ec 1:3) La respuesta es clara: La gente no gana nada de valor permanente en este mundo.


Tercero, todas las cosas en esta vida son inciertas, inconstantes y sujetas a cambio. Por ejemplo las riquezas son inseguras. Pablo dice: “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en el Dios vivo” (1 Ti 6:17)


Cuarto, todas las cosas que parecen tan atractivas en este mundo en realidad son dañinas y peligrosas a causa de nuestra propia corrupción. El Salmo 30:6 dice: “Y dije yo en mi prosperidad: No seré jamás conmovido” Cristo dijo que el engaño de las riquezas ahoga la palabra y la hace infructuosa. Cuando los israelitas gozaban de prosperidad, se rebelaron contra Dios. Hay un peligro enorme en la prosperidad: el peligro de contentarnos con el mundo presente, el peligro de aceptar lo que el mundo nos ofrece a cambio de nuestras almas.


Quinto, todos los placeres de este mundo están mezclados con problemas y preocupaciones. No hay éxito en este mundo que esté separado de la ansiedad y la preocupación. La tristeza acompaña el gozo mundano, el peligro acompaña la seguridad mundana, las pérdidas acompañan los valores del mundo y las lágrimas acompañan los ídolos mundanos.


Sexto, la Biblia enseña que los creyentes deben apegarse firmemente a las cosas eternas e inmutables, en vez de las cosas pasajeras de este mundo. Los creyentes del antiguo testamento tenían una fe en Dios que les hizo anhelar una mejor patria, la celestial (He 11:16) Aquellos creyentes querían lo mejor. Buscaban la vida celestial y dejaron todo lo que en otro tiempo les parecía tan atractivo de esta vida terrenal. Así deben actuar los creyentes ahora; deben vivir más a la luz de la gloria venidera y así tener más gozo en esta vida, paz en la hora de la muerte y una corona de justicia cuando Cristo aparezca.


Séptimo, la verdadera felicidad no se encuentra en el disfrute de las cosas de esta vida. La verdadera felicidad es tan grande y gloriosa que se puede encontrar solamente en Dios. Aunque los hombres disfruten de muchas cosas en el presente, sin Dios serán miserables para siempre. La felicidad no se encuentra en las cosas que no satisfacen el alma. Solamente el conocimiento de Dios puede satisfacernos.


Octavo, el alma del hombre tiene más valor que todo el mundo. Los hombres fueron creados para algo mucho más grande que todo lo que está en este mundo. Fueron hechos para conocer a Dios, conocer a Cristo, y gozar de la presencia de Dios para toda la eternidad. Los creyentes no deben dejarse desviar del servicio a Dios por las artimañas del diablo. No deben creerle cuando les dice que la felicidad en este mundo es la experiencia más importante. Satanás trata de impedir que los creyentes sirvan a Cristo diciéndoles que la vida cristiana solo conduce a pérdidas, tristezas y sufrimiento. Satanás trata de lograr que teman los problemas que surgirán como resultado de seguir a Cristo.


Cuando Satanás tienta a los creyentes de este modo, deben pensar que ningún problema que pueda sobrevenir por seguir a Cristo les hará daño en forma permanente. Nada les podrá quitar la presencia de Dios, el favor de Dios, el perdón de pecados, el gozo del Espíritu Santo y la paz de Dios en sus conciencias. Los creyentes tentados de esta forma deben pensar en los peligros que les vendrán en esta vida y los peligros espirituales y eternos que correrán si no siguen a Cristo. ¿Cómo escaparemos nosotros si tuviéramos en poco una salvación tan grande? (He 2:3) Los creyentes sufrirán mucho más si descuidan los mandamientos de Dios que si obedecen lo que Dios les manda. Siempre debemos tomar en cuenta que los creyentes sufrirán más por desobedecer los mandamientos de Dios, que lo que pudiesen sufrir obedeciendo.


Además, los creyentes deben recordar que los problemas que les son enviados por Dios, son una forma de guardarlos de problemas mayores. Frecuentemente los problemas que han sufrido les han servido como protección para evitar peligros más grandes: por ejemplo, el orgullo, la frialdad espiritual, la indiferencia, la negligencia, la amargura, el amor del mundo, etc. Otra cosa que es necesario recordar es que al vivir una vida santa y servir a Dios, los creyentes ganarán mucho más de lo que pudieran perder. El apóstol Pablo dijo a Timoteo que la piedad con contentamiento es gran ganancia (1 Ti 6:6) hay gozo, paz y contentamiento en servir a Dios los cuales no pueden encontrarse en ninguna otra manera. Por lo tanto, los creyentes no deben permitir que los problemas que surgen les impidan servir a Dios o seguir a Cristo. Una vida piadosa tiene más valor permanente de bendición que cualquier otra cosa.


Thomas Brooks

martes, 29 de septiembre de 2009

Remedios preciosos contra las artimañas del diablo

Cuando pensamos que no somos tan pecadores como los demás

Capítulo VII

En este capítulo trataremos con otras dos maneras de cómo Satanás tienta a los creyentes a pecar. Satanás les hará fijarse en otras personas que son peores pecadores que ellos, y que por lo tanto no están en peligro. Segundo, Satanás les hará pensar que el cristianismo tiene errores y que la Biblia está equivocada en algunas cosas. Vamos a tratar con estos dos métodos usados por el diablo.

Primero, Satanás quiere que los creyentes piensen como aquel fariseo que oraba y dijo: “Dios te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros…” (Lc 18:11) Esta actitud no es honesta y es una prueba de que uno es hipócrita. Los creyentes deben examinar sus propias vidas en primer lugar para ver el pecado que hay, antes de ver a los pecados de otros (Mt 7:3-4) Los creyentes no deben compararse con otras personas, más bien deben compararse con la Biblia, con las normas divinas para su vida.

Segundo, Satanás trata de persuadir a los creyentes a no tomar el cristianismo muy en serio. Les dirá que la Biblia está llena de errores, que las narraciones de la Biblia solo sirven para darnos una idea de lo que sucedió y nada más. Satanás les dirá que pueden hacer lo que su propia naturaleza les indique, sin preocuparse acerca de lo que la Biblia dice del pecado. Les dirá que ahora ya no están bajo ninguna ley, sino la del Espíritu y la libertad. Estos errores y otros muchos serán usados por el diablo para confundir, distraer y desorientar a los creyentes.

La meta del diablo en todo esto no es la de ayudar a los creyentes a pensar mejor, sino es la de confundirlos y lograr que pequen. Satanás les sugerirá que se están volviendo muy sabios y avanzados en su manera de pensar, cuando en realidad su meta es lograr que caigan en el pecado. El propósito de Dios es muy diferente: Dios se opone no solo a que hagamos el mal, sino también a que lo pensemos. Romanos 1:28 dice: “como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada para hacer cosas que no convienen”. Muchas personas piensan equivocadamente y terminan haciendo cosas que no convienen. Este texto nos habla del juicio de Dios que vino sobre los pueblos gentiles de la antigüedad. Creo que en la actualidad Dios está castigando a muchos al entregarlos a errores que arruinarán sus almas.

Por lo tanto los creyentes deben recordar que la verdad de la Palabra de Dios debe ser incorporada en cada aspecto de sus vidas. No basta recibir la verdad solo en la mente; es necesario amarla y aplicarla a todo lo que decimos y hacemos. Solamente así podremos pensar correctamente, tomar decisiones sabias y librarnos de los caminos necios y vanos en los que tantos caen. Todo error significará a la postre solo pérdida para los creyentes. Solamente los que reciben y aman la verdad en sus corazones gozarán de un sano juicio y un pensamiento claro. Los que resisten la verdad de Dios están en peligro de ser entregados al error. “Por cuanto no recibieron el amor a la verdad.. por esto Dios les envía un poder engañoso para que crean la mentira” (2 Ts 2:10-11)

Las ideas equivocadas o erróneas que Satanás desea que los creyentes crean, solamente les harán daño. Pablo dice a los creyentes que Dios les ha dado el fundamento verdadero para una correcta manera de vivir y de pensar. El fundamento es Cristo mismo (1 Co 3:11-15) Solamente la verdad de Dios durará para siempre. Cuan necio es malgastar el tiempo creyendo o sosteniendo ideas erróneas solo para encontrar que al final todo fue un esfuerzo infructuoso. Todas las enseñanzas que conducen a una vida pecaminosa deben ser rechazadas. Pablo dijo que los pastores de las iglesias deben ser retenedores fieles del mensaje de la verdad a fin de poder ayudar a los que están equivocados y convencerlos de sus pecados (1 Ti 1:9) Dios ha dado a su pueblo su verdad, a fin de que puedan ser guiados, protegidos y guardados del error. Por lo tanto, los creyentes deben recibir la verdad con mansedumbre. Dios concede su gracia los humildes, es decir, a aquellos que han dejado aparte sus propias ideas para ser llenos de la verdad divina. Entre más que la gracia de Dios llena a los creyentes, menos susceptibles serán a ser afectados por ideas erróneas y creencias falsas.


Thomas Brooks

 

 

lunes, 28 de septiembre de 2009

REPOSO PARA SU PUEBLO

“Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios.” Hebreos 4: 9.

Dios ha provisto un reposo, y algunos han de entrar en él. Aquellos a quienes fue predicado inicialmente, no entraron por su incredulidad; por tanto, ese reposo queda para el pueblo de Dios. David cantó acerca de él; pero tenía que tocar el tono menor pues Israel rehusó el reposo de Dios. Josué no podía proporcionarlo, ni Canaán podía concederlo: queda para los creyentes.

Vamos, entonces, esforcémonos por entrar a este reposo. Renunciemos al arduo trabajo del pecado y del yo. Abandonemos toda confianza incluso en aquellas obras de las que pudiera decirse: “son buenas en gran manera.” ¿Poseemos algunas de ellas? A pesar de ello, descansemos de nuestras propias obras, lo mismo que hizo Dios de las Suyas. Encontremos ahora solaz en la obra consumada de nuestro Señor Jesús. Todo ha sido cumplido plenamente: la justicia no requiere más. Paz grandiosa es nuestra porción en Cristo Jesús.

En cuanto a los asuntos providenciales, la obra de gracia en el alma, y la obra del Señor en las almas de otros, pongamos estas cargas sobre el Señor, y descansemos en Él. Cuando el Señor nos da un yugo que llevar, lo hace de tal manera que al asumirlo, encontremos descanso. Por fe nos esforzamos para entrar al reposo de Dios, y renunciamos a todo reposo en la autosatisfacción o la indolencia. El propio Jesús es el perfecto reposo, y en Él estamos llenos hasta el borde.


Charles Spurgeon

La Chequera del Banco de la Fe

Spurgeon y el nuevo nacimiento_Lumbrera



Extraído de: Lumbrera

domingo, 27 de septiembre de 2009

El “ve” de la renuncia_Oswald Chambers

…Señor, te seguiré adondequiera que vayas (Lc 9:57)


La actitud de nuestro Señor hacia aquel que le había hablado fue la de desanimarlo con severidad, porque Él sabía lo que había en el hombre. Nosotros diríamos: “¡Imagínate perder la oportunidad de ganar a ese hombre!” “¡Que barbaridad anularlo de esa forma y hacerlo volver desanimado!” Nunca te disculpes por el Señor. Sus palabras hieren y ofenden hasta que no queda nada que herir u ofender. Jesucristo no tuvo ninguna lástima con respecto a aquello que finalmente arruinaría a una persona en su servicio para Dios. Sus respuestas no se basaban en un capricho ni en un pensamiento impulsivo, sino en el conocimiento de lo que hay en el hombre. Si el Espíritu de Dios trae a tu mente una palabra del Señor que te hiere, con seguridad hay algo en ti que Él quiere herir de muerte.

“Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza” (Lc 9:58) Estas palabras destruyen el argumento de servir a Jesucristo porque es agradable. El rigor del rechazo no deja nada en pie, sólo a mi Señor, mi vida y el sentido de una esperanza desesperada. Él dice que debo dejar que los demás vayan y vengan, pero que yo me debo guiar únicamente por mi relación con Él.

Y dijo a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. (Lc 9:59) Este hombre no quería defraudar a Jesús ni herir a su padre. Cuando orientamos nuestro sentido de lealtad hacia nuestros parientes, en lugar de hacerlo primero hacia Jesucristo, Él queda en el último lugar. Ante un conflicto de lealtades, siempre obedece a Jesucristo cueste lo que cueste.

Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa.(Lc 9:61) Quien dice: Te seguiré, Señor, pero…, es el que está impetuosamente listo, pero nunca va. Aquel hombre tenía sus reservas acerca de ir. El exigente llamamiento de Jesucristo no da lugar a despedidas, las cuales son paganas, por la forma en que muchas veces las utilizamos. Una vez que Dios te llame, empieza a avanzar sin detenerte nunca.


Oswald Chambers

En pos de lo Supremo