Hemos estado examinado de manera breve algunos temas en el libro de los Salmos. El próximo tema que veremos es desagradable, ya que señala de forma directa uno de los pecados que nos persiguen desde que somos niños hasta nuestra muerte. Este pecado es: la mentira. Salmos no guarda silencio sobre esta mancha en nuestra naturaleza, y enseña con claridad que la mentira es un pecado grave que Dios aborrece profundamente y que destruye tanto a quien la practica como a quienes la reciben. El Salmo 101:7 dice: “No habitará dentro de mi casa el que hace fraude; El que habla mentiras no se afirmará delante de mis ojos.”, mostrando que la mentira es incompatible con la comunión con Dios.
El daño de la mentira
El Salmo 52 es un ejemplo claro de cómo la mentira destruye. Describe a un hombre llamado Doeg, quien puso su confianza en las riquezas y no en Dios. Este salmo enseña que la mentira de este hombre daño grandemente a otros, pero, su mentira y maldad lo llevaron también a él a la destrucción. La mentira es una herramienta de destrucción, una navaja que hiere y desgarra. No solo daña a la víctima de la mentira, sino que corroe el alma del mentiroso. Los Salmos no se andan con rodeos al describir la mentira. La retratan como algo maligno y devastador:
- Salmo 5:6: "Destruirás a los que hablan mentira; al hombre sanguinario y engañador abominará Jehová." Aquí, la mentira se equipara con la violencia y la abominación. Dios mismo aborrece la mentira. No es un asunto trivial, sino algo que va en contra de su carácter santo.
- Salmo 58:3-5: Este salmo describe a los impíos que "se descarriaron desde la matriz; hablaron mentira desde que nacieron." La mentira está arraigada en la naturaleza humana caída. Es un veneno que corrompe desde adentro.
- Salmo 101:7: "No habitará dentro de mi casa el que hace fraude; el que habla mentiras no se afirmará delante de mis ojos." Este salmo es una declaración de intenciones del rey, de que él mantendrá su corte libre de engañadores y mentirosos.
La cura para la mentira
El Salmo 119, que es un himno al amor por la ley de Dios, expresa en varios versículos que nosotros mismo no podemos arrancar la mentira de nuestra naturaleza. Por más que lo intentemos, en nuestras propias fuerzas siempre seremos vencido por la mentira. La única solución es acudir al trono de gracia de Dios y suplicar por su ayuda. En Salmos 119:29 el salmista ruega: “Aparta de mí el camino de la mentira, y en tu misericordia concédeme tu ley."
El Salmo 119, que es un himno al amor por la ley de Dios, expresa en varios versículos que nosotros mismo no podemos arrancar la mentira de nuestra naturaleza. Por más que lo intentemos, en nuestras propias fuerzas siempre seremos vencido por la mentira. La única solución es acudir al trono de gracia de Dios y suplicar por su ayuda. En Salmos 119:29 el salmista ruega: “Aparta de mí el camino de la mentira, y en tu misericordia concédeme tu ley."
El nuevo testamento proclama que la única manera en la cual Dios contesta la petición del salmista, es a través de su Hijo Jesucristo. Sólo quienes confían plena y verdaderamente en Jesús como su Señor y Salvador, son perdonados y librados del pecado de la mentira. Debemos acudir a Jesús quien es el único camino a Dios y la fuente de vida y verdad. Juan 14:6: "Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí."
La lucha contra la mentira
Los salmos exhortan a quienes han confiado en Jesús como su Señor y Salvador, a huir de la mentira. Los salmos llaman a lo salvos a la santidad y a vivir coram Deo (delante del rostro de Dios), siendo personas que cumplen su palabra y rechazan la mentira en todas sus formas. Aunque es reconfortante saber que la gracia de Dios cubre nuestras faltas y pecados, debemos recordar siempre que no es una licencia para mentir impunemente. La mentira es una ofensa seria que debe ser combatida en la vida del creyente.
La lucha contra la mentira
Los salmos exhortan a quienes han confiado en Jesús como su Señor y Salvador, a huir de la mentira. Los salmos llaman a lo salvos a la santidad y a vivir coram Deo (delante del rostro de Dios), siendo personas que cumplen su palabra y rechazan la mentira en todas sus formas. Aunque es reconfortante saber que la gracia de Dios cubre nuestras faltas y pecados, debemos recordar siempre que no es una licencia para mentir impunemente. La mentira es una ofensa seria que debe ser combatida en la vida del creyente.
- Salmo 15:2: "¿Quién habitará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón." Aquellos que aman a Dios también aman la verdad en su ser más íntimo.
- Salmo 24:4: "El de manos limpias y corazón puro; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño." Para tener una buena comunión con Dios, se requiere pureza y honestidad, una negativa a usar el engaño para obtener ventajas.
- Salmo 51:6: "He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo; y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría." David reconoce que Dios valora la verdad que reside en lo más profundo del ser. La verdadera sabiduría y discernimiento provienen de un corazón que ama la verdad.
En resumen, el libro de los Salmos enseña que:
- La mentira es aborrecida por Dios y excluye de su presencia (Salmo 101:7).
- La mentira destruye al mentiroso y a su entorno (Salmo 52).
- El creyente debe aborrecer la mentira y amar la verdad de la ley de Dios (Salmo 119).
- La verdad es un reflejo del carácter de Dios, y la mentira es una manifestación de la naturaleza caída del hombre (Salmo 119).
- Vivir en verdad es esencial para la santidad y la comunión con Dios.
Si desea estudiar con más detalle lo que Dios enseña sobre la mentira y la verdad, puede adquirir alguno de estos libros:
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