Continuamos meditando sobre algunas enseñanzas relevantes que se encuentran en el libro de los Salmos. En esta ocasión consideraremos el tema la muerte. Abordo esta enseñanza, debido a que el día de ayer (14 de julio) partió de este mundo para estar en la presencia del Señor Jesucristo, el pastor John Macarthur. Así que, pienso que es adecuado reflexionar brevemente sobre lo que Dios le enseña a Su pueblo en el libro de los Salmos acerca de la muerte.
El libro de los Salmos nos ofrece una profunda y multifacética visión sobre la muerte. Lejos de ser un tema evitado, la realidad de la mortalidad humana se aborda con honestidad, dolor, pero también con una fe inquebrantable en la soberanía y bondad de Dios.
La Brevedad de la Vida
Los salmistas no eluden la realidad de lo temporal de la vida. Con frecuencia, meditan sobre la brevedad de nuestra existencia en contraste con la eternidad de Dios. Esta conciencia de la muerte no es morbosa, sino un llamado a la sabiduría y a la búsqueda de lo trascendente.
En el Salmo 90:3-6, 10, 12 Moisés dice: "Vuelves al hombre hasta ser quebrantado, y dices: Convertíos, hijos de los hombres. Porque mil años delante de tus ojos Son como el día de ayer, que pasó, y como una de las vigilias de la noche. Los arrebatas como con torrente de aguas; son como sueño, como la hierba que crece en la mañana. En la mañana florece y crece; a la tarde es cortada, y se seca. Los días de nuestra edad son setenta años; y si en los más robustos son ochenta años, con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, porque pronto pasan, y volamos. Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría."
Este salmo, es una meditación poderosa sobre la fragilidad humana. Nos recuerda que nuestra vida es efímera, como la hierba que brota y se marchita. La sabiduría reside en reconocer esta verdad y vivir de una manera que honre a Dios, aprovechando el tiempo que se nos ha dado. La muerte, en este contexto, es un recordatorio constante de la necesidad de dar prioridad a lo eterno.
En el Salmo 39:4-5 David escribe: "Hazme saber, oh Jehová, mi fin, y cuál sea la medida de mis días, para que yo sepa cuán frágil soy. He aquí, diste a mis días escasa medida, y mi existencia es como nada delante de ti; ciertamente es pura vanidad la vida de todo hombre que vive."
David expresa su deseo de comprender la brevedad de su vida. Esta reflexión no es para desesperarse, sino para reconocer la vanidad de la vida sin una perspectiva divina y, por lo tanto, buscar significado en Dios. La muerte es el gran igualador, demostrando la fragilidad inherente a la condición humana.
El Dolor y la Angustia ante la Muerte
Los salmistas no son ajenos al dolor, la angustia y el lamento que acompañan la muerte, ya sea la propia o la de un ser querido. Expresan de manera honesta sus sentimientos de tristeza, miedo e incluso desamparo.
Salmo 6:4-5: "Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma; sálvame por tu misericordia. Porque en la muerte no hay memoria de ti; en el Seol, ¿quién te alabará?"
Aquí, David ruega por su vida, argumentando que si muere, no podrá alabar a Dios en el Seol (el reino de los muertos, a menudo asociado con un lugar de silencio y olvido en el Antiguo Testamento). Esto refleja la comprensión limitada de la vida después de la muerte en el Antiguo Pacto, pero también la angustia de un hombre que anhela continuar su relación con Dios.
Salmo 88:3-5, 10-12: "Porque mi alma está hastiada de males, y mi vida cercana al Seol. Soy contado entre los que descienden al sepulcro; soy como hombre sin fuerza. Libre entre los muertos, como los muertos que yacen en el sepulcro, de quienes no te acuerdas más, y que han sido cortados de tu mano... ¿Harás maravillas a los muertos? ¿Se levantarán los muertos para alabarte? ¿Se contará en el sepulcro tu misericordia, o tu verdad en el Abadón? ¿Serán conocidas en las tinieblas tus maravillas, y tu justicia en la tierra del olvido?"
Este es uno de los salmos más sombríos, expresando una profunda desesperación. El salmista se siente abandonado y a punto de morir. La pregunta sobre si los muertos pueden alabar a Dios resalta la angustia y la sensación de desconexión que la muerte podía representar en ese momento.
La Confianza en Dios a través y más Allá de la Muerte
A pesar del dolor y la incertidumbre, la fe en Dios emerge como el ancla de esperanza en los Salmos. Los salmistas, en momentos de aflicción y ante la inminencia de la muerte, se aferran a la soberanía, el amor y la capacidad de Dios para redimir y sostener.
Salmo 23:4: "Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento."
Este es uno de los versículos más reconfortantes de toda la Escritura. David no niega la existencia del "valle de sombra de muerte", una metáfora para los peligros y la oscuridad que rodean el fin de la vida. Sin embargo, su temor se disipa por la presencia de Dios. La vara y el cayado, herramientas del pastor, simbolizan la guía y la protección divina, incluso en el umbral de la muerte. La muerte, aquí, no es el final, sino un camino a través del cual Dios nos acompaña.
Salmo 49:15: "Pero Dios redimirá mi vida del poder del Seol, porque él me tomará consigo."
Este versículo es crucial, ya que apunta hacia una esperanza de redención más allá de la tumba. Mientras que otros salmos expresan preocupación por el olvido en el Seol, aquí hay una clara declaración de que Dios tiene el poder de rescatar la vida del reino de la muerte. La frase "él me tomará consigo" insinúa una comunión continua con Dios, una esperanza de vida después de la muerte. Esta es una chispa profética de la resurrección.
Salmo 73:23-26: "Con todo, yo siempre estuve contigo; me tomaste de la mano derecha. Me has guiado con tu consejo, y después me recibirás en gloria. ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre."
Asaf, después de luchar con la prosperidad de los impíos, llega a la conclusión de que la verdadera bendición está en la relación con Dios. Las frases "después me recibirás en gloria" y "mi porción es Dios para siempre" apuntan directamente a una esperanza de vida eterna y comunión ininterrumpida con Dios, incluso cuando la carne y el corazón desfallecen, es decir, ante la muerte física. Esta es una de las declaraciones más claras en los Salmos sobre la vida después de la muerte.
El Destino de los Malvados
Los Salmos también abordan la muerte desde la perspectiva de la justicia divina, especialmente en relación con los impíos. Mientras que los justos encuentran consuelo y esperanza en Dios, los malvados enfrentan un destino diferente.
Salmo 9:17: "Los malos serán trasladados al Seol, todas las naciones que se olvidan de Dios."
Aquí, el Seol se presenta como el destino de aquellos que se olvidan de Dios, un lugar de juicio y separación. La muerte para los impíos no es simplemente el fin de la existencia, sino el comienzo de una retribución divina.
Salmo 37:20: "Mas los impíos perecerán, y los enemigos de Jehová como la grasa de los carneros se disiparán; como el humo se disiparán."
La imagen de los impíos desvaneciéndose como humo enfatiza lo pasajero de su prosperidad y el juicio final que les espera. Su muerte es una manifestación de la justicia de Dios.
Aplicación
Las enseñanzas de los Salmos sobre la muerte son profundamente relevantes para nosotros hoy:
- Acepta la Realidad de la Mortalidad: Reconocer la brevedad de la vida no es pesimista, sino una invitación a vivir con propósito y a valorar cada día. Nos llama a poner nuestras prioridades en lo eterno.
- Permítete Sentir el Dolor: Los Salmos nos dan permiso para lamentarnos, para expresar nuestra angustia y nuestro dolor ante la pérdida. Es una parte natural del proceso humano, y Dios es lo suficientemente compasivo para oír nuestras quejas.
- Aférrate a la Esperanza en Dios: A pesar de la oscuridad de la muerte, los Salmos nos dirigen a la luz de la presencia y la soberanía de Dios. Cristo, a quien apuntan muchos de estos salmos proféticos, ha vencido la muerte y nos ofrece vida eterna (Juan 11:25-26 "Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?". Nuestra confianza debe estar en Él, quien nos acompaña en el valle más oscuro y nos promete vida más allá de la tumba.
- Vive con Sabiduría y Rectitud: La conciencia de la muerte debe motivarnos a vivir vidas que agraden a Dios, buscando su justicia y su voluntad, sabiendo que hay una rendición de cuentas y un destino final.
Para profundizar más en el tema de la muerte, puedes adquirir alguno de estos materiales:
4. Sorprendido por el sufrimiento (El papel del dolor y la muerte en la vida cristiana)
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