viernes, 16 de octubre de 2009

La Regeneración o El Nuevo Nacimiento

Hay dos cosas que son absolutamente esenciales para poder recibir la salvación: la liberación de la culpa y del castigo del pecado y la liberación del poder y de la presencia del pecado. Uno se efectúa en la obra de reconciliación de Cristo y el otro se realiza en las operaciones efectuadas por el Espíritu Santo. Uno es el bendito resultado de lo que el Señor Jesús hizo para el pueblo de Dios, y el otro es la consecuencia gloriosa de lo que el Espíritu Santo hace en el pueblo de Dios. Uno sucede después de haber nacido del polvo como un mendigo destituido, la fe echa mano de Cristo y entonces Dios lo justifica de todas las cosas, y el pecador creyente, temblando y penitente, recibe un perdón completo y gratuito. El otro sucede paulatinamente en diferentes etapas bajo la divina bendición de la regeneración, la santificación y la glorificación. En la regeneración, el pecado recibe su herida mortal aunque no se muere del todo. En la santificación se le muestra al alma regenerada la fosa de corrupción que mora dentro de él y se le enseña a despreciarse y odiarse así mismo. En la glorificación, el alma y el cuerpo son librados para siempre de todo vestigio y efecto del pecado.

La regeneración es absolutamente necesaria para que un alma entre en el cielo. Para poder amar las cosas espirituales un hombre tiene que ser transformado espiritualmente. El hombre natural puede oír estas cosas pero no puede amarlas (2 Tes. 2:10) ni hallar su gozo en ellas. Nadie puede morar con Dios y estar feliz para siempre en su presencia hasta que se haya hecho un cambio radical en él, una transformación del pecado a la santidad; y este cambio tiene que realizarse aquí mismo en la tierra.

¿Cómo puede uno entrar en un mundo de santidad inefable después de haber pasado toda su vida en el pecado (haberse agradado a sí mismo)? ¿Cómo puede cantar el cántico del Cordero si su corazón no está sintonizado en él? ¿Cómo puede soportar el contemplar la gran majestad de Dios cara a cara sin ni siquiera haberlo visto "como por espejo en oscuridad" con el ojo de la fe? Tal como molesta y duelen mucho los ojos cuando uno sale a la luz del sol del mediodía después de estar en la oscuridad, así también será cuando los inconversos contemplen a Aquel, quien es la luz. En vez de querer tal panorama, "todos los linajes de la tierra se lamentarán sobre él" (Ap. 1:7). Sí, tan abrumadora será su angustia que clamarán a las montañas y a las rocas, "Caed sobre nosotros, y escondednos de la cara de aquel que está sentado sobre el trono y de la ira del Cordero," (Ap. 6:16). Sí, mi querido lector, esta será tu experiencia a menos que Dios te regenere.

Lo que sucede en la regeneración es lo contrario de lo que sucedió en la caída. La persona que nace de nuevo es restaurada a una unión y comunión con Dios a través de Cristo y la operación del Espíritu Santo: el que estaba muerto espiritualmente antes, ahora está vivo espiritualmente (Juan 5:24). Tal como la muerte espiritual vino por la entrada de un principio malo en el ser del hombre, de la misma manera se le introduce un principio bueno en la vida espiritual. Dios le comunica un principio nuevo, tan real y tan potente como le es el pecado. Ahora se le brinda la gracia divina, y una disposición santa se desarrolla en su alma. Se le da un espíritu diferente al hombre interior.

Una persona regenerada es "una nueva criatura" (2 Cor. 5:17). Mi querido lector, ¿se aplica esto a tu experiencia de Dios con respecto a estas preguntas? ¡Qué cada uno de nosotros se examine!: ¿Cómo está mi corazón respecto al pecado? ¿Existe una profunda tristeza según Dios, ahora que me he entregado? ¿Existe un odio genuino en contra del pecado? ¿Tengo una conciencia sensible y me perturban esas cosas que el mundo denomina "pequeñeces"'? ¿Me siento humilde cuando estoy consciente del surgimiento del orgullo y de mi propia voluntad? ¿Aborrezco mis corrupciones internas? ¿Están mis deseos muertos al mundo y vivos para con Dios? ¿Cuál es mi meditación en mis tiempos libres? ¿Me parecen los ejercicios espirituales tiempos de alegría y placer o molestos y como cargas pesadas? ¿Puedo decir, "¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca,". (Salmo 119:103). ¿Es la comunión con Dios mi gozo más grande? ¿Es la gloria de Dios más preciosa para mí que todo lo que lo que el mundo me ofrece?

A. W. Pink

martes, 13 de octubre de 2009

¿y qué del principio?

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” Gn 1:1

Te has preguntado alguna vez, ¿Cómo llegó a existir todo? ¿Tuvo todo un principio? ¿Fue todo una casualidad? ¿Alguien intervino en todo lo que vemos? ¿Tienen los científicos la respuesta a todas nuestras interrogantes?

Muchas respuestas se han dado ha estas preguntas, y sobre todo aquellas que han venido de estos últimos personajes. Tanto así, que muchos cristianos han preferido creerles a ellos y no ha Dios. El cristianismo está atravesando por una época en donde los avances tecnológicos y científicos van en un aumento dramáticamente rápido. A cada momento surgen nuevos conocimientos en diversas áreas, y aparentemente ya no existen respuestas absolutas a las interrogantes. En diversos programas televisivos se deja a un lado la Biblia, (se le ridiculiza aunque muchas veces no abiertamente) y se entroniza el pensamiento humano.

En el principio...

La Biblia es muy clara, establece que todo tuvo un inicio, un origen, un comienzo. De hecho, este primer verso está tomado del libro llamado Génesis, cuyo significado es “principio, origen, comienzo”. La palabra Génesis se deriva del griego Gennao, que significa engendrar o dar a luz. Es por ello que el primer versículo de la Biblia, que es la Palabra de Dios, (el mensaje de Dios para nosotros) establece en sus primeras tres palabras: En el principio... Todo entonces tuvo un inicio un comienzo, y esto es claro, ya que nuestra propia mente sabe esto. La computadora que tengo en frente en este momento, no ha existido por siempre, yo mismo no he existido por siempre. De este verso en adelante Dios nos enseñará como llegó a surgir todo: el hombre, la mujer, el matrimonio, la familia, etc. Hasta aquí no hay aparente contradicción con el pensamiento humano, ya que todo hombre estará de acuerdo en esto, que todo tiene un comienzo. Pero es importante ver lo que continúa diciendo nuestro texto.

...creó Dios...

Es aquí donde se oyen inmediatamente gritos y protestas de muchos hombres: ¡imposible! ¡no es cierto! ¡son cuentos! ¡dejemos los tiempos del oscurantismo! ¡la ciencia no dice eso! ¡mis descubrimientos niegan eso!, etc. La Biblia es clara, tajante y da respuestas absolutas; no da lugar a: es posible, tal vez, quizá... Y nos enseña que fue Dios quien creó todo. Ahora hay que recordar lo que ya se dijo, todo tiene un comienzo, excepto Dios. El texto viene diciendo: En el principio creó Dios..., lo que significa que Dios ya existía, Él ya estaba antes de esa palabra principio ¿Confundido? Pues claro, ¿como es posible que Dios haya existido antes que todo?, pero más desconcertante es, (y espero que ya sepas esto, y estés convencido de ello) que Dios afirma que Él no tuvo un principio, un origen, un comienzo; Él afirma haber existido por siempre, sin haber tenido un principio, observa los siguientes textos: Deuteronomio 33:27: “El eterno Dios...”; Salmos 90:2: “Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios”; 1 Timoteo 1:17: “Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.”. Hay muchos más textos, pero lo importante es saber que Dios tiene muchos atributos que van más allá de nuestra compresión, y uno de sus atributos que lo separan y diferencia de nosotros, es su eternidad, Él mismo nos dice: “¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia. La respuesta es, yo no existía todavía, y eso demuestra que soy su creación, porque reconozco la verdad. Por lo tanto, sólo hay una persona, que nos puede dar todas las respuestas de donde se originó todo, esa persona es Dios. Tenemos que creerle. Pero el texto todavía tiene todavía cinco palabras más.

...los cielos y la tierra

Con estas palabras se sella todo. Que todo tuvo un principio, que Dios creó todo, lo cual está contenido en los cielos y la tierra. Esto no solo se afirma en este verso de Génesis, sino toda la Biblia da testimonio de ello, busca los siguientes textos: Nehemías 9:6; Job 12:7-9; Salmos 102:25; Hechos 4:24; Hebreos 11:3. Con este verso Dios deja claro que: Él existe, esto deja fuera al ateísmo; Que sólo Él es Dios, deja a un lado el politeísmo; que Él hizo todo, por tanto es distinto de su creación, esto deja a un lado al panteísmo; que Él es el creador, esto deja a un lado la evolución.

Si es la primera vez que lees algo como esto, cree en Dios, Él existe, no es ningún invento humano, al contrario, nosotros somos su creación, lee la Biblia y encontrarás muchas más respuestas a tus interrogantes, pero sobre todo debes reconocer que sin Dios, estás perdido, y que Él sabe eso, sabe de tu pecado, de tu miseria, por lo cual, Él envió a su único Hijo, el Señor Jesús a morir por en una cruz, Él te dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna” Juan 3:16; si personalizas el texto diría: porque de tal manera te amé, que he dado a mi Hijo unigénito, para que creas en él, y no te pierdas, más tengas vida eterna.

Arrepiéntete de tus pecados, y confía en el sacrificio de Cristo en la cruz. Si ya crees en Dios y en el sacrificio de Jesucristo por ti en la cruz, por tus pecados, comparte tu fe con otros, no calles, se que muchos se burlarán, pero eso que importa, Dios existe, y ninguna burla o teoría científica podrá cambiar eso. Él te ve, Él estará a tu lado, comparte no solo su existencia, sino también su Evangelio, háblales a otros de Cristo, de su sacrificio y de la necesidad que ellos tienen de Él.