jueves, 22 de octubre de 2009

¿Cómo memorizar Las Escrituras?

(Tomado de: 5 PASOS HACIA LA TRANSFORMACIÓN. POR PAUL WASHER)
Cuando estas leyendo o estudiando la Palabra, encontraremos versículos claves que tendrán un significado especial para nuestras vidas. Nosotros debemos memorizar estas porciones de las Escrituras de modo que ellos puedan continuar recordándonos lo que hemos aprendido y como debemos vivir. Esta internalización de la Palabra de Dios es la clave si queremos ver el fruto completo de nuestra lectura y estudio de la Biblia. Memorizar las Escrituras es una de las disciplinas cristianas mas ignoradas. Muchos cristianos creen que la memorización de las Escrituras es simplemente muy difícil. Esto no es verdad. Todos pueden aprender a memorizar la Escritura. Las siguientes sugerencias te pueden ayudar:

1) Memoriza pequeñas porciones.
Comienza con pequeñas porciones de la Escritura. No te preocupes; es una disciplina de toda la vida.
2) Memoriza los versículos de tu interés.
Memoriza los versículos que te interesan o te pueden ayudar con tu crecimiento espiritual. Si tienes un problema con la paciencia entonces memoriza versículos que hablen sobre las virtudes y la bendición de la paciencia. Si quieres ser un mejor testigo, entonces memoriza versículos sobre la salvación.
3) Memoriza sistemáticamente.
Memoriza versículos que traten con un tema específico. Cuando hayas dominado esos versículos, elije otro tema y comienza de Nuevo.
4) Memoriza en las oportunidades.
Lleva tus versículos a memorizar contigo en pequeñas tarjetas. Trabaja en la memorización de la Biblia cuando estés manejando hacia el trabajo, estando conectado(a), limpiando la casa, etc.
5) Revisa periódicamente los versículos de la Escritura que ya has memorizado, de modo que ellos siempre estén firmemente arraizados en tu corazón y mente.

Tomado de Paul Washer en español

martes, 20 de octubre de 2009

Devocional Spurgeon

"Él salvará a su pueblo de sus pecados." Mateo 1: 21.

Señor, sálvame de mis pecados. Por tu nombre de Jesús me siento animado a orar de esta manera. Sálvame de mis pecados pasados, para que el hábito de ellos no me mantenga cautivo. Sálvame de mis pecados constitucionales, para que no sea el esclavo de mis propias debilidades. Sálvame de los pecados que continuamente están ante mis ojos para que no pierda mi horror por ellos. Sálvame de mis pecados secretos; pecados que no percibo debido a mi falta de luz. Sálvame de los pecados súbitos y sorprendentes: no permitas que sea sacado de mi camino por la fuerza de la tentación. Sálvame, Señor, de todo pecado. No permitas que la iniquidad tenga dominio sobre mí.
Solamente Tú puedes hacer esto. Yo no puedo romper mis propias cadenas ni eliminar a mis propios enemigos. Tú conoces la tentación, pues Tú fuiste tentado. Tú conoces el pecado, pues Tú cargaste con el peso de ese pecado. Tú sabes cómo socorrerme en mi hora de conflicto. Tú puedes salvarme de pecar, y salvarme cuando he pecado. Se ha prometido en Tu propio nombre que harás esto, y yo te ruego que en este día me permitas comprobar la profecía. No permitas que ceda al mal carácter, o al orgullo, o al desaliento o a cualquier forma de mal; pero sálvame para santidad de vida, para que Tu nombre de Jesús pueda ser glorificado en mí abundantemente.

La Chequera del Banco de la Fe.

lunes, 19 de octubre de 2009

El Camino De La Salvación

¿Qué debo hacer para ser salvo? ¿Salvo de qué? ¿De Qué deseas ser salvo? ¿Del infierno? Eso no prueba nada. Nadie quiere ir allá. El asunto entre Dios y el hombre es EL PECADO. ¿Quieres ser salvo de esto? ¿Qué es el pecado? El pecado es una especie de rebelión en contra de Dios. Es auto-complacencia; es ignorar los reclamos de Dios, y ser indiferente por completo al hecho de que nuestra conducta puede agradar o desagradar a Dios. Antes que Dios salve a un hombre, Él lo convence de su pecaminosidad. No quiero decir con esto que él diga como muchos dicen, -Si, todos somos pecadores, ya lo sabemos.- Más bien, quiero decir que el Espíritu Santo me hace sentir en el corazón que he estado toda mi vida en rebelión contra Dios, y que mis pecados son tantos, tan grandes, tan negros, que temo haber transgredido fuera del alcance de la misericordia divina.
¿Has tenido esta experiencia alguna vez? ¿Te has sentido totalmente indigno para el cielo y alejado de la presencia de un Dios Santo? ¿Percibes que en ti no hay nada bueno, ni nada bueno acreditado a tu cuenta; y que siempre has amado las cosas que Dios odia y odiado las cosas que Dios ama?
¿Al pensar en estas cosas no se te ha quebrantado el corazón ante Dios? ¿No te lamentas tu, por haber hecho mal uso de Sus misericordias, de Sus bendiciones, por haber abusado del Día del Señor, por haber desechado Su Palabra, y por no haberle dado un verdadero lugar en tus pensamientos, en tus afecciones y en tu vida? Si no has visto ni sentido esto personalmente, entonces actualmente no hay esperanza para ti, pues Dios dice, “Antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13:3). Y si mueres en tu condición actual, estarás perdido para siempre.
Pero si has llegado al lugar donde el pecado es tu mayor plaga, donde ofender a Dios es tu mayor pesar, y donde tu mayor anhelo es agradarle y honrarlo a Él; entonces tienes esperanza. “Porque el Hijo del Hombre vino á buscar y á salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). Él te salvará, si estás listo y dispuesto a abandonar las armas de tu rebelión en contra de Él, te inclinas a Su Señorío, y te rindes a Su control.
Su sangre puede limpiar la mancha más obscura. Su gracia puede sostener al más débil. Su poder puede librar al que sufre con pruebas y tentaciones. “He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación” (2 Cor.6:2). Cede ante los reclamos de Dios. Dale el trono de tu corazón. Confía en Su muerte expiatoria. Ámalo con toda tu alma. Obedécelo con todas tus fuerzas, y Él te guiará al cielo. “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tu, y tu casa” (Hechos 16:31).

Arthur Pink